Conversaciones con Ana Curra.

Por eso resulta particularmente pertinente un libro como Conversaciones con Ana Curra, escrito por la periodista Sara Morales y recién publicado por la editorial Efe Eme, un volumen que para la teclista, vocalista y compositora madrileña es «un libro muy honesto y muy veraz por mi parte, pero que ha sido así porque Sara ha tenido mucha empatía y sensibilidad para acercarse a mi vida. Me parece que hemos conseguido un equilibrio adecuado entre hablar de todo y no hacer un ejercicio de exhibicionismo o amarillismo. Eso parte de una decisión previa que yo había tomado. Cuando Sara me hizo la propuesta me lo pensé un poco y decidí que si lo hacía era para dar algo que a mí, poniéndome como lectora interesada en un determinado personaje, me gustaría recibir. Si voy a leer un libro de este tipo me gusta encontrarme con algo más que los discos que ha publicado y lo que ya se sabe previamente; pero todo ello contado con respeto, sin morbo. Sin intención de ocultar nada, pero, a la vez, sin hacer daño ni buscar ese morbo. Lo que he intentado hacer es hablar de mí desde otro sitio. La historia de Alaska y la de Parálisis fueron muy importantes para mí, pero ocurrieron hace muchísimos años».

– ¿Eres lectora de este tipo de libros?

Bueno, cuando era más jovencita era más mitómana, evidentemente, porque en esa época idealizas a los personajes que te gustan. Cuando vas siendo tú misma la protagonista de tu propia historia y te vas dando cuenta de que los mitos no existen, porque todos tenemos los pies de barro, pues vas quitando esa capa idealizada. Pero, en cualquier caso, de los artistas de los que te interesa su obra, si los conoces más a fondo, si conoces el contexto, su personalidad y otro tipo de elementos, pues te ayudan a comprender mejor esa obra, y en ese sentido sí me ha interesado puntualmente leer ciertos libros o artículos.

– Es una forma de disfrutar más de la música, ¿no?

Claro, si conoces las referencias que tiene una obra, su proceso creativo, lo disfrutas mucho más. No es que me interese especialmente ningún acontecimiento truculento, porque en todas las vidas los hay, como hay momentos luminosos, pero sí me gusta conocer el contexto, el entorno. Te enriquece mucho más y, por ejemplo, en el caso de un músico, cuando escuchas su música, lo valoras de otra manera, más completa.

Aunque también está muy bien enfrentarse a una obra sin conocer mucho. Hay veces que has conocido algo que te ha dejado una huella emocional muy grande y al revés, no quieres saber más porque ese impacto permanece ahí de una forma indeleble… eso también me ha pasado muchas veces. Por ejemplo, a Bowie lo he seguido siempre, pero ha llegado un momento en el que ya me he dado cuenta de que no necesito saber más, ni escudriñar más en su vida. Con lo que tengo, con sus discos, me basta para transportarme a otro sitio… aunque bueno, es verdad que yo de Bowie conocía muchas cosas, tenía mucha información.

-¿Qué lugar crees que ocupas en el pop español?

Para algunos soy un personaje de culto, pueden haber llegado un poco más a quién soy yo, pero para otra mucha gente soy eso, un personaje de la movida cuyo nombre les puede sonar más o menos pero que realmente no saben absolutamente nada de mí ni de mi obra.

Como creadora me considero bastante buena y lo digo porque lo creo así. Lo que digan los demás corresponde a cada uno y supongo que habrá todo tipo de opiniones. Soy muy pudorosa con el trabajo que hago y creo que en cada momento de mi vida las canciones que he ido haciendo eran lo que en ese momento sentía, lo que me pedía el cuerpo y nunca he hecho nada por otras motivaciones. No tengo ningún disco que diga “esto es pura paja”, porque cuando me he cansado de una situación porque no estaba cómoda, como cuando me fui de Hispavox, pues cogí y me marché, nadie me echó, ni me han echado nunca de ningún lado, y las etapas en las que no me he visto sacando discos por lo que sea, pues no lo he hecho. A ese nivel me considero una artista absolutamente libre. Lo que he hecho ha sido siempre porque he querido y, claro, he podido hacerlo. Llevo muchos años autoeditándome. Toda mi vida, salvo la etapa de Hispavox, y de eso hace ya muchísimo tiempo.

– Tu vida ha sido hasta ahora azarosa y con muchos golpes muy duros, pero te sueles mostrar optimista, ¿Te sientes afortunada?

Me siento muy afortunada, porque todo lo que me ha pasado lo he elegido yo, aunque fueran errores, pero son errores que asumo porque forman parte de la vida de cualquiera. Mi camino lo he elegido siempre y, bueno, en el balance que puedo hacer, al menos hasta ahora, veo eso, que he tenido el privilegio de elegir y no me puedo quejar. Además, creo que siempre he tenido bastante intuición para elegir mis compañeros de viaje, que, en general, me han aportado muchísimo y si en algún caso concreto no ha sido así, pues me ha hecho sufrir, pero también me ha hecho aprender esa lección. La verdad es que siempre he sabido mirar el lado positivo, porque al final la vida es un constante aprendizaje; yo me muevo mucho por impulsos, por intuición, y eso resulta cada vez más fácil según vas aprendiendo. Me fío mucho de mi intuición y creo que si analizara todo racionalmente todo el rato sería una infeliz.

– Esa vida feliz arranca entrando en la música pop, ¿cómo apareces en esa escena?

Por mis hermanos. Tengo dos hermanos que son un año y dos años mayores que yo y, claro, siendo de familia numerosa pues te fijas mucho en lo que tienes por delante de ti: lo que hacen, la música que escuchan, lo que han hecho el día anterior, dónde han estado, qué es lo que están descubriendo… Gracias a ellos fui descubriendo libros, música, poesía… cosas que a los dieciséis o diecisiete años son muy importantes. Entonces era una esponja y lo absorbía todo. Mas de niña, la primera puerta a la música me la abrió mi madre, porque fue la que me dio la posibilidad de empezar con el piano.

Ana Curra. Foto: Jesús Pastor.

– Claro, porque estudias piano clásico desde niña, ¿cómo encajas esa formación ortodoxa con meterte en un grupo como Alaska y los Pegamoides?

Era un poco chocante, claro, porque la gente no lo entendía. La gente del ámbito clásico no entendía que yo estuviera con cuatro chalados que desafinaban y que no sabían poner un acorde en la guitarra. Esa incomprensión y esa falta de respeto, en realidad, a algo que estaban haciendo otros, pues a mí me fastidiaba. Yo era un caso raro, porque con Alaska y los Pegamoides enseguida empezamos a salir en los medios y todo eso, y cuando me saqué las oposiciones en el conservatorio, muy jovencita, hacía las dos cosas y eso no se entendía. Iba al conservatorio con mis pintas y nadie entendía nada, pero para mí era algo natural porque me gustaban las dos cosas y no me parecía que fueran incompatibles, ni mucho menos. A mí la música clásica me aportaba muchísimo y había muchísimos músicos que me fascinaban, pero la otra faceta era vivir mi momento, que es algo muy importante para cualquier persona, sobre todo a esa edad.

– ¿Vivías con la misma intensidad la música clásica y el pop?

La música clásica me ha salvado la vida muchísimas veces… te pones al piano contigo misma o te pones unos auriculares y escuchas cualquier obra de Mozart o de Bach, y te cambia el ánimo. Como con una canción de pop que te guste mucho. Al final son formas distintas de una misma cosa, que es el arte.

– ¿Y cómo encajaban los Pegamoides que fueras pianista de conservatorio?

Me entendía perfectamente con ellos. Era otro lenguaje, claro, pero uno que yo podía comprender perfectamente: “repetimos esto cuatro veces y volvemos a lo que hicimos antes” o lo que fuera. Era todo muy natural. Pero sí eran conscientes de que yo sabía cosas que ellos no conocían, claro. Recuerdo que el ep de Horror en el hipermercado, que lo produjo Luis Cobos, decía Nacho: “Aquí pone que lo ha producido Luis Cobos, pero la que lo ha producido de verdad ha sido Curra”. Yo no es que produjera, pero daba opiniones con más base musical que ellos, y eso les parecía muy bien, claro. Pero vamos, que yo no sabía ni cuál era exactamente la labor de un productor. Lo único que quería era que quedara lo mejor posible.

– ¿No te resultaba incómodo que sonarais desafinados, que la propia Olvido desafinase, como pasaba a menudo?

¡Qué va! Para mí eso era lo de menos; lo importante es que estábamos haciendo cosas, que lo pasábamos muy bien, porque, claro, veníamos de una época muy oscura y muy difícil para todo el mundo y, sobre todo, para la gente joven. A mí me atraía la audacia que suponía montar un grupo sin tener ni idea, era maravilloso.

No tenía ningún problema en ponerme musicalmente a su nivel, y disfrutaba como una enana porque, mientras ellos tenían que estar mirando a la guitarra para poner el acorde en su sitio, yo podía estar mirando al público, bailando, divirtiéndome… porque no tenía ninguna complicación técnica, claro.

– Toda esta época se mitifica y se desprecia casi por igual, pero siempre la has defendido como un momento muy singular y muy valioso.

A mí lo que más gracia me hace es cuando empezaban a salir libros, artículos muy sesudos y un montón de gente que opinaba casi pontificando y tú no sabías ni quiénes eran esos, ni los habías visto en tu vida en un bar o en un concierto. Me parece que ha habido mucha gente muy aprovechada, pero lo cierto es que cuando pasa el tiempo, y, obviamente, de esa época han pasado ya varios ciclos generacionales, ya tienes muchos elementos para referenciar. Entonces, lo puedes ver con perspectiva y es cuando las cosas se ponen cada una en su sitio. Y creo, realmente, que La Movida, o como lo quieras llamar, queda en un sitio de honor en la historia social y cultural de España. Esa época, desde el punto de vista social, político, cultural, es muy especial y muy importante para nuestro país. Acababa de terminar la dictadura, era el comienzo de la transición y todo emerge con una fuerza y con una electricidad que no se habían dado antes. De repente se dieron todos los ingredientes para que se diera un momento verdaderamente especial, de mucha luz, de mucha vida, de mucha magia… el que no quiera verlo así, pues allá él, pero no me parece bien que gente que no estaba allí niegue o desprecie ese movimiento de un montón de gente que se puso a hacer cosas con mucha energía y mucha creatividad.

– Una de las críticas que suelen hacerse es que los grupos tocabais mal, quizá porque no había una tradición sólida musical, como sí había en Estados Unidos o Inglaterra, pero seguramente esa falta de tradición fue la que propició que los grupos fuerais tan originales, ¿no?

Estoy muy de acuerdo con eso. Entonces conocíamos muy pocas cosas y teníamos acceso muy limitado a otras que pudieran servirnos de influencia. En realidad, casi no teníamos a quien copiar, por lo que acabaron resultando un montón de grupos muy originales, con un sonido muy personal. Si piensas en grupos como Derribos Arias, Radio Futura, Décima Víctima o Alaska y los Pegamoides y Parálisis Permanente, ves que todos son diferentes, no tienen nada que ver unos con otros y son todos buenísimos. Cada uno tenía su sonido porque realmente apenas te podías comprar equipo; en Madrid había una tienda o dos y te podías comprar la guitarra que había… yo fui a Leturiaga, pedí un sintetizador y me lo tuvieron que traer de fuera porque aquí no existía. Yo creo que fue el primer Korg que hubo en España. Aparte de lo que te costaba ahorrar para poder comprarlo, claro. La gente aprendía a tocar la batería en su casa con dos bolígrafos y una caja de galletas… esa precariedad, esas carencias tuvieron mucho que ver, creo yo, con la originalidad del sonido y las ideas de todos esos grupos.

Ana Curra. Foto: Pablo Pérez-Mínguez.

– Da la sensación de que nunca te has sentido muy cómoda con el éxito comercial y lo que eso supone.

Bueno, eso es que depende un poco de las personas con las que estés trabajando. Si vas a una discográfica, ellos tienen ya una imagen predeterminada de lo que quieren que seas, aunque eso no sea verdad. Cuando vas a hacer promoción de un disco pues hay cosas que están bien, que son lógicas y que haces con gusto, porque es parte de tu trabajo, pero hay otras cosas que no tienen nada que ver contigo porque quieren intentar vender una cosa que tú no eres en realidad. Hay gente que lo hace muy bien y que es muy obediente y que está dispuesta a hacer lo que les pidan, sea lo que sea, pero a mí eso me cuesta mucho. Yo me he sentido a veces muy ridícula, lo pasaba mal.

Recuerdo cuando querían convertirme en una especie de Madonna española… ¡pero si yo me sentía muy por encima de Madonna! Ella podía ser la más famosa del mundo y lo que quieras, pero, por ejemplo, yo escribía mis propias canciones y ella no. Yo tenía mi propia personalidad y no quería ser una imitación de nadie… Y valoro lo trabajadora que es Madonna, que siempre se lo ha currado mucho y ha montado un emporio y todo eso, pero es que yo tampoco soy así. Yo no soy nada ambiciosa, pero sí sé cómo me quiero peinar, cómo me quiero vestir y qué es lo que quiero hacer.

– Y eso casi nunca ha coincidido con lo que la industria podía esperar de ti.

Pues no sé muy bien… la verdad es que en aquella época -en 1985, cuando, después de la disolución de Seres vacíos, sacó su primer disco en solitario- hice unas canciones muy redondas, de las que estoy super orgullosa… eran canciones que podían triunfar, y con eso no tenía ningún problema. Lo que pasa es que había sitios a los que me llevaban o cosas que me proponían que yo me decía, “¿pero esto qué es?, ¿Qué pinto yo aquí?” No sé, supongo que yo soy de otra manera, que estoy hecha de otra pasta. También lo he pensado muchas veces. Con lo cómoda que estaría yo dejando que me llevasen todo sin tener que ocuparme… pero claro, lo que pasa es que lo que quieren hacer esas otras personas no tiene nada que ver contigo y con lo que tú quieres hacer.

– ¿Qué relación tienes con tus canciones? ¿Te llevas igual de bien con todas ellas?

Sí, porque todas las canciones están perfectamente ubicadas en su contexto y tienen su sentido en cada momento. Creo que todo mi repertorio tiene absoluta coherencia. Lo artístico tiene que ser coherente con lo personal, y en mi caso es así.

– ¿Tienes alguna canción favorita?

Para mí, la última siempre es mi favorita, porque hago música para mí; no pienso en nadie más, sino en que me guste a mí, y eso hace que con cada cosa que esté haciendo en ese momento esté más ilusionada que con cualquier otra canción anterior, por mucho que me puedan gustar. Ahora mi favorita es Afrodita La Monarca, que todavía no ha salido, y antes de ésta la mejor para mí era Hiel, que creo que es la mejor canción que he hecho.

– Y, de las que te piden cuando tocas en directo, ¿hay alguna que no te guste tocar?

No, la verdad es que me siento a gusto con todas… quizá hay alguna canción de Parálisis Permanente, de la primera época, un poco demasiado sencilla, muy de carril, así en plan punk, que cuando la has tocado mucho te aburre seguir haciéndola. No me estoy refiriendo a Autosuficiencia o a Unidos o a El Acto, que son canciones que tienen otra envergadura, sino a otras, más elementales, que no dan más de sí, y que después de tantos años pues prefiero no tocarlas. Pero tampoco me cierro en banda; a lo mejor de repente me acuerdo de alguna de esas, me hace gracia y la vuelvo a incorporar. Afortunadamente tengo canciones para cambiar el repertorio todo lo que quiera. También depende mucho de la banda con la que esté tocando en cada momento. Hay canciones que encajan muy bien y otras que no.

-Tu carrera no es precisamente convencional.

No, porque tengo mi trabajo, con mis alumnos de piano, y no puedo dedicar todas las horas del día a tocar en el local de ensayo y a hacer canciones. Me tomo mi trabajo muy en serio, porque me parece que es super divertido y sales mucho más contenta cuando te entregas de verdad que cuando te lo tomas como un trámite con el que tienes que cumplir. Cuando te entregas, y te pones en el mismo plano con tu alumno o con tu alumna, como todos son distintos, pues al final es muy enriquecedor. Te obliga a estar al día en música, a ponerte las pilas todo el rato. Hay gente a la que le vale con las tres piezas de siempre y no va más allá, pero a mí eso me parece un coñazo. Todos hemos tenido profesores de ese tipo, pero creo que también todo el mundo ha tenido al menos un profesor en su vida que le ha abierto un montón de puertas y que le ha cambiado la vida. Me esfuerzo en ser ese tipo de profesora.

Mi carrera musical está condicionada por mi trabajo, pero estoy cómoda con que eso sea así, porque me permite ser totalmente libre y hacer las cosas absolutamente a mi manera. Para mí tiene que haber una necesidad de querer decir algo. Lo que nunca me ha movido ha sido la ambición de estar siempre ahí, en primera fila o queriendo ganar mucho dinero. En ese sentido, no tengo esa tiranía que tienen otros artistas, que tienen que estar siempre sacando discos o haciendo conciertos porque si no les olvidan. A mí me la suda que me olviden, francamente.

– Acabas de citar Hiel, una canción muy ambiciosa y muy profunda…

Es como si fueran tres o cuatro canciones en una, pero no sé muy bien cómo ni por qué es así, porque simplemente me fui guiando por cómo iba avanzando la canción, sin tener una idea muy clara de lo que quería hacer. Es una canción con un montón de elementos, de planteamientos e ideas… va sobre las aberraciones que cometemos a menudo, sobre la prepotencia de la especie humana y sobre cómo un virus como el que hemos padecido nos lleva de pronto al traste, con toda nuestra superioridad. También sobre cómo se ha gestionado todo, la política, la respuesta de la sociedad y, sobre todo, lo necios que somos y cómo hemos tratado a nuestros mayores, que son lo más valioso que tenemos y los hemos despreciado, dejando que se muriesen sin que pareciera que eso tuviera importancia. Eso me pareció terrible y profundamente triste. De hecho, la canción es un homenaje a esa generación, especialmente a los que han muerto en las residencias durante la pandemia, y una llamada de atención, porque estoy convencida de que las cosas se podrían haber hecho de otra manera y no tendría por qué haber muerto tantos mayores de esa forma.

– No es una canción optimista precisamente.

No, claro, pero creo que es una canción conmovedora porque muestra la realidad de lo que somos. El que no haya sacado conclusiones de la pandemia es porque no ha querido, porque ha sido una lección y ha supuesto una ocasión para que todos reflexionemos. Mi conclusión en Hiel es que el mundo va a seguir girando a lo loco hacia el abismo, sin haber aprendido nada… es lo que hay.


Alaska y los Pegamoides. Horror en el hipermercado.

Alaska y los Pegamoides. Bailando

Parálisis Permanente. El Acto

Parálisis Permanente. Quiero ser santa

Parálisis Permanente. Unidos

Seres Vacíos. Los celos se apoderan de mí

Seres Vacíos. Luna nueva

Ana Curra. Una noche sin ti

Ana Curra. Rien de rien

Ana Curra. Hiel