Con prodigiosos arreglos de Gordon Jenkins, que también dirige la orquesta, decir que la interpretación de Sinatra es perfecta, majestuosa en grado máximo, pura melancolía, etc., sería quedarse corto. Probablemente la canción (de calidad) más deprimente de todos los tiempos; también una de las mejores. La pena por el paso del tiempo como nunca te la habían cantado.