Jota y compañía se reinventaron en 2007 con La leyenda del espacio. Querían jugar en la misma liga que el Morente de Omega y el Camarón de La leyenda del tiempo, y lo consiguieron con la que es, sin duda, su última gran obra hasta la fecha, su definitivo acercamiento al flamenco tras algún coqueteo previo.

Los de Granada arriesgaron y ganaron. Demostraron que podían llevarse a su terreno los palos del género (tientos, soleares, granaínas, fandangos…) sin necesidad de proceder de forma obvia, en plan unas palmas por aquí y más guitarra española por allí en detrimento de la eléctrica.

Para nada, al revés: lo hicieron sin renunciar a esas tormentas que van acumulando capas sónicas y que son marca de la casa y con una voz solista que no puede estar más alejada del quejío. A disfrutar de estas planetarias y flamencas Alegrías del incendio.