Como ya se comentó recientemente con ocasión de una representación de esta ópera en el Met, el libreto es de Hugo von Hofmannsthal y está ambientado en la Viena de los tiempos de la emperatriz María Teresa.

La obra es considerada un homenaje a Mozart, y nos relata cómo la mariscala princesa de Werdenberg, durante la ausencia de su marido, se ha enamorado de Oktavian, con el que mantiene relaciones (joven noble representado en la ópera por una soprano travestida que recuerda al Cherubino de Las bodas de Figaro).

El rudo, mujeriego y ya mayor barón de Ochs de Lechenau, primo de la mariscala, pretende casarse con Sophie, hija de un rico mercader (Faninal), y le pide a su prima que le aconseje quien debe llevar, según la tradición (inventada para la ocasión), la rosa a la novia para hacer la petición de su mano. La mariscala le aconseja que sea Oktavian, y cuando éste le presenta a Sophie la rosa se produce una atracción entre ambos que después de diversos episodios más o menos graciosos– y que hacen que ésta ópera sea considerada cómica– finalizarán con el ridículo para el barón de Ochs y la unión de Sophie y Oktavian.

Todo ello lleva a la mariscala a reflexionar sobre la diferencia de edad entre ella y Oktavian y sobre el paso del tiempo, renunciando a su relación. La ópera concluye con un terceto en la que se expresan el pasado nostálgico, la adaptación realística del presente y el esperanzador futuro de la pasión amorosa que acaba de comenzar.

Producción clásica

La producción de la Semperoper de Dresde se puede considerar clásica, con una habitación de la mariscala algo decadente (primer acto), un salón lujoso de nuevo rico como corresponde (segundo acto) y una decoración oscura e ingeniosa para el siempre difícil tercer acto, que cuenta además con una escalera que facilita las entradas y salidas de los personajes.

Martina Serafin (la mariscala) es una excelente intérprete tanto desde el punto de vista escénico como cantante y ofrece una versión sobresaliente del personaje, expresando con su magnífica voz una línea de canto que nos deja ver la melancólica calma de la mariscala al reflexionar sobre el paso del tiempo y su aprobación de la unión entre Oktavian y Sophie. Volumen suficiente de la voz y pulcritud de la emisión en cada una de sus intervenciones, combinadas con la interpretación de lo que debió ser la vida imperial vienesa, sensualidad y sensibilidad, dieron lugar a un gran triunfo de la soprano.

Al inicio de la representación, Sophie Koch (Oktavian) sufrió un accidente fruto de su apasionada relación con la mariscala que le causó una hemorragia en una ceja, motivo por el cual se ausentó del escenario y el director paró la función. Tras unos momentos de incertidumbre, el teatro informó del suceso y se reanudó el espectáculo. Koch, mezzosoprano francesa con una emisión de los registros centrales adecuados tampoco tiene problema para emitir los agudos de manera adecuada. Su físico es plenamente adecuado para mostrar la juvenil figura de Oktavian o para su disfraz de Mariandel.

Bjarni Thor Kristinsson fue un correcto barón de Ochs desde el punto de vista canoro y holgado y suficiente en la caracterización del tosco y rudo personaje, mostrando la ordinaria sensibilidad del personaje.

Josep Bros, en su solitaria intervención del aria del cantante italiano que compuso Strauss –con el que quiso demostrar que también era capaz de componer bel canto–, forzó hasta el extremo los agudos, de modo que el resultado fue una proyección de dudoso efecto en la sonoridad. No parece pasar por sus mejores momentos.

A pesar de algunas críticas leídas sobre la actuación de Ofelia Sala (Sophie), me pareció en un buen momento de voz, con no sólo claridad en la emisión, sino también con suficiente potencia para ser escuchada en un teatro como el Liceu, de sala bastante grande.

Franz Grundheber fue un discreto Faninal, Julia Juon una más que suficiente Annina en buen estado de voz y Francisco Vas un magnífico Valzachi.

Michael Boder, titular de la orquesta del Liceu, en una labor sin brillo y de laborioso cometido, logró sacar a flote el resultado final, pese a escucharse varios desajustes de algunos instrumentos que nos hacen tener presente que el trabajo del director no puede sobreponerse a la calidad de las individualidades de los componentes de la orquesta. El coro del Liceu colaboró adecuadamente al éxito de la función, siendo acompañado por el coro infantil de la Unió de Granollers.

Barcelona. Der Rosenkavalier. Gran
Teatro del Liceu
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22 de mayo de 2010.