Con la crisis, parece que en los próximos años seguirán proliferando en el Teatro Real más versiones de ópera en concierto. Espero que por lo menos se eche el resto a la hora de contratar a los mejores cantantes. Difícilmente habría asistido a esta función si no fuera por el hecho de que figuraba en el abono, pero lo cierto es que tuvo los suficientes alicientes como para ser digna de ser escuchada. Además, la ausencia de representación escénica, no hay decorados ni movimiento escénico ni vestuario que juzgar, permite al asistente centrarse plenamente en la parte musical.

La ópera compuesta por Vicenzo Bellini (Catania, 1801-Puteaux, 1835) fue estrenada en el Teatro alla Scala de Milán en 1831, siendo representada en España por primera vez en el año 1834, en el Teatro El Príncipe de Madrid. La última representación en nuestro país se produjo en 1978, en unas funciones que protagonizó Montserrat Caballé en el Teatro de la Zarzuela.

Violeta Urmana cantó el papel protagonista que da nombre a la ópera, la suma sacerdotisa de los druidas, y a pesar de que la función no fue escenificada, lució un traje rojo en el primer acto y después uno negro. Urmana acometió el inicio con prudencia, hasta llegar a “la casta diva”, que fue una interpretación técnicamente correcta pero carente de emoción (emoción que es difícil vivir en directo cuando se han escuchado tantas versiones). A partir de ese momento se soltó, y si bien en el primer acto hizo algunos agudos extemporáneos que dieron lugar a un sonido feo, en los actos posteriores logró mostrar lo mejor de sí misma, hasta el punto de obtener el reconocimiento unánime del respetable.

Sonia Ganassi fue vocalmente una Adalgisa impecable. Dotada de una voz prodigiosa y de una técnica apreciable, domina el registro grave y el central, pero es que, además, en los agudos es tan brillante que hace pensar que quizás podría cantar el papel de Norma. Grande en el dúo con Pollione e inolvidable el dúo con la Urmana en el segundo acto, tanto que se acabaron las toses y pudimos gozar de un gran momento.

El coreano Francesco Hong es un tenor dotado de una portentosa potencia en su voz, y que sustituía al inicialmente programado Roberto Aronica. Había cantado un par de veces en el teatro, aunque por aquello de la diversidad de repartos en una misma ópera, solo tuve ocasión de verle en Un ballo in maschera, por lo que le recordaba como un tenor demasiado gritón.

En esta función bajó ligeramente el volumen y pareció más musical, logrando algunos apreciables cambios de color, a la vez que se beneficiaba del éxito de las féminas. Pero, en conjunto, sin llegar a tener una actuación notable, compuso un Pollione sin grandes brillos pero correcto.

Carlo Colombara, en el papel de Oroveso, no pareció sentirse cómodo y se limitó a cumplir, saliendo perjudicado por la posición del director, que produjo en la escena inicial algún desajuste en sus intervenciones con el coro.

El coro Intermezzo, titular del Real dirigido por Peter Burian, contó con algunas colaboraciones, como la de Sonsoles Espinosa, y no acabó de completar una gran función en esta ópera que cuenta con momentos para el gran lucimiento de la masa coral. Massimo Zanetti, fue el director de todos ellos, así como de la orquesta del teatro, y como queda expuesto anteriormente, su posición en línea o ligeramente de espaldas a los cantantes solistas pudo perjudicar en algún momento la correcta sincronización de las voces y la orquesta.

Madrid. Norma. Teatro
Real
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26 de mayo de 2010.

Emisión en radio: 10/6/2010 20:00 horas. RNE (Radio Clásica)