Por aquella época, Verdi recibió de Camille du Locle un libro de Auguste Mariette, fundador del Museo Egipcio de El Cairo, sobre Aïda, y como en otras ocasiones en su vida, la lectura le inspiró para componer la ópera sobre Egipto. El libreto fue escrito por Antonio Ghislanzoni. Dos años después de la apertura del canal, el 24 de diciembre de 1871, se estrenaría Aida en el Teatro de la Ópera de El Cairo. El teatro sí que se inauguró el mismo año que el canal de Suez, y con otra ópera de Verdi, Rigoletto. Años más tarde, en ese mismo teatro debutaría en Rigoletto, como duque de Mantova, Alfredo Kraus.

En NY y en alemán

Aida llegó al Teatro alla Scala en febrero de 1872 y fue estrenada en España en el Teatro Real en 1873. Al Metropolitan Opera House de Nueva York llegó en los años 80 del siglo XIX. En la temporada 83-84, el teatro sufrió una crisis económica importante, y para salvar la temporada se recurrió a la contratación de una compañía alemana que cantaría en aquella lengua diversas óperas. Y en alemán se cantó Aida por primera vez en el Met, y así se continuó haciendo hasta 1891. Desde entonces, Aida ha sido una de las óperas mas representada (el día de la crónica era la representación número 1.111).

La ópera, compuesta por Verdi en los momentos de esplendor de la ópera en París, tiene formato de "grand opéra", cuatro actos y ballet, con una historia ambientada en tiempos de los faraones y luchas por el poder, combinado con un triángulo amoroso, y da hoy en día lugar a grandes espectáculos fuera de los teatros, en lugares como estadios, plazas de toros, parques, etc.

La propuesta del Met es de Sonja Frisell y fue estrenada en 1988. Espectaculares decorados para el palacio de Memphis, el templo de Vulcano, el del Nilo o la tumba en que es enterrado Radames, combinados con los rápidos cambios de escena gracias al aprovechamiento de la capacidad técnica del Met, provocan el entusiasmo del público, como, por otra parte, es costumbre en este teatro.

En el segundo acto, cuando se cambia el decorado de la habitación de Amneris en el palacio de Thebas al gran espacio de la plaza donde se va a celebrar el recibimiento al triunfador Radames, las expresiones de admiración y aplausos suben de tono, y seguirán las manifestaciones de asombro con el desfile encabezado por dos caballos engalanados, seguidos de batallones de arqueros, porteadores, lanceros, prisioneros etíopes y la llegada final de Radames en un pequeño carro tirado por otro equino.

Tatareando

Todo ello, unido a la popularidad del Gloria all’Egitto y la marcha triunfal, hace que en el largo entreacto (tradición en el Met para poder consumir e impulsar la necesitada demanda), la gente salga canturreando lo que ha escuchado y ya le sonaba, aunque en América no sea tan popular el soccer, y se dispare la venta de sparklig wine (por cierto, desde hace unos años Freixenet) o de champagne para alguna minoría.

Violeta Urmana (Aida), con su expresivo lirismo y musicalidad unidas a la indudable extensión de su voz, colabora al entusiasmo colectivo. Dolora Zajick (Amneris), a pesar de que su voz comienza a notar el paso del tiempo en su voz y el vestuario no le favorece,  luce su maestría en varios momentos del cuarto acto. No me gustó Richad Margison (Radames) en su aria de entrada, la célebre Celeste Aida, pero a juzgar por los "bravos" del público, pensé que era yo el que iba en dirección contraria, y decidí centrarme en que tiene voz y estilo. Orlin Anastassov (Ramfis) y Kheith Miller (el rey) estuvieron en un nivel notable, mientras que decepcionó Carlo Guelfi (Amonastro).

Paolo Carignani dirigió a la gran orquesta y buen coro del teatro con ceremoniosidad e intimismo en los actos tercero y cuarto, y con efectismo en el segundo acto, colocando a las trompetas en los laterales del Familly circle (último piso), por si no era suficiente con la escenografía y la música de Verdi. 

Aida. Metropolitan Opera House de Nueva York.

1 de noviembre de 2009