L’incoronazione di Poppea (La coronación de Popea) fue estrenada el año de la muerte del compositor en el Teatro dei Santi Giovanni e Paolo de Venecia. Basándose en un relato de Tácito, Giovanni Francesco Bussenello escribió un magnífico libreto en el que, por primera vez, acerca a personajes reales el argumento de la obra.

Tras un prólogo en el que Virtud y Fortuna se disputan su primacía sobre los seres humanos hasta que interviene Amor zanjando el debate y saliendo triunfante sobre ellos, los tres actos de los que consta la ópera nos describen la ambición de poder de la bella Poppea, quien se valdrá de sus dotes de seducción para conseguir su propósito conquistando a Nerone, quien, sin escrúpulos morales y un deseo fuera de límites, rechazará a su esposa, Ottavia, cuyo deseo de venganza no podrá consumar a pesar de contar con la colaboración de Ottone, esposo enamorado de Poppea.

También intervienen en la trama Séneca, con su estoicismo moral; el poeta Lucano, por el que Nerone tiene también una pasión amorosa, y Drusilla, quien siente un amor verdadero y profundo por Ottone. Finalmente, Poppea llegará al poder representando el triunfo de la belleza, que Séneca antes de morir define como efímera.

Ariosos y recitativos cantabiles

Sobre este libreto, Monteverdi compuso una música barroca con “ariosos y recitativos cantabiles” que dan lugar a un continuo musical y requieren de un variado elenco de voces.

Pier Luigi Pizzi es el escenógrafo y nos presenta un decorado central giratorio de corte neoclásico en dos de sus dos caras, y una tercera mostrando la casa de Séneca, combinado con un movimiento escénico apropiado para los cantantes y siempre sugerente de lo que está sucediendo.

Daniella de Niesse, de físico apropiado para la representación de la bella Popea, esta vez sí que demuestra cual debe ser su repertorio y del que no debería alejarse (ya hablamos de ella en la crónica de Le nozze di Figaro en el Met). En todas sus intervenciones estuvo acertada en la línea de canto, componiendo una modélica Poppea.

Philippe Jarousky, en el papel de Nerone, es sin duda el mejor contratenor que he escuchado en directo. A esta tesitura cuesta siempre amoldarse desde el punto de vista del espectador, pero la calidad y la frescura de la voz del francés convierten en un verdadero placer todas sus intervenciones, destacando el dúo con Lucano y el de Poppea: “Pur ti miro, pur ti godo”

Anna Bonitatibus, mezzosoprano, mostró sus dotes para este tipo de repertorio, con seguridad en el registro central, consiguiendo al final de la representación el favor del público.

La soprano portuguesa Ana Quintans fue una correcta Drusilla, mientra que el otro papel de contratenor recayó en Max Emanuel Cencic (Ottone), quien, sin llegar a la calidad de Jarousky, fue también un muy digno exponente de este tipo de voz.

Séneca fue interpretado por un discreto Antonio Abete y José Lemos (Nodriza) fue el tercer contratenor del reparto. Robert Burk hizo una variada representación de Arnalta, cómica y seria, según el guión. Destacable el tenor francés Mathias Vidal en el papel del poeta Lucano.

La orquesta Les arts Florissants interpretó la partitura con instrumentos originales y fue dirigida por su fundador, William Christie, quien además de dirigir, toca el clave y el órgano. Demostraron su conocimiento de la partitura y fueron parte importante para que la representación fuera un éxito total que supo apreciar de manera vehemente el habitualmente considerado frío público del Teatro Real.

Madrid. L’incoronazione di Poppea. Teatro
Real
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24 de mayo de 2010.