Norman Fucking Rockwell

Si Lana del Rey no existiera, habría que inventarla. De hecho es un invento pero un invento propio. Elizabeth Woolridge Grant es la única dueña y señora de su creación. Durante años acusada de artificial y de producto hecho con fórmula, cuesta entender que se haya tardado tanto en reconocerle su valía; si ya el disco Born to die, que le dio a conocer a gran escala, es tan bueno o mejor que este Norman Fucking Rockwell que encabeza tantas listas de lo mejor del año. Un trabajo más clásico, atemporal, homogéneo, calmado, sofisticado, preciosista incluso, con ese aire cinematográfico y un punto onírico que tienen sus mejores canciones.

Jaime

Si a Lana se le va un poquito la mano por exceso con la duración del disco, a Brittany Howard, en cambio, solo podemos acusarla de cierta racanería. Poco más de media hora pero qué media hora. Ojalá siga grabando con su banda, Alabama Shakes, si al tiempo da continuidad a estos paréntesis creativos en solitario. El disco, cuyo título remite al nombre de una hermana que falleció a los 13 años a causa de un cáncer, está bien cebado de soul, rock y rhythm & blues pero no es en modo alguno un ejercicio de retromanía, sino de eclecticismo valiente que seduce a poco que se le de más de una oportunidad. De hecho hay unas cuantas canciones esquivas, melodías voluntariamente ariscas que piden más de una escucha. Luego hay, claro, otros temas como Stay high en los que quedarse a vivir. Hay también una garganta que recuerda a Curtis Mayfield y homenajea a Prince. La gran sorpresa de la música negra de 2019.

On the line

En este trío de ases la nota campestre la pone Jenny Lewis. La cantautora ha compuesto un disco en el que han metido mano Ryan Adams y Beck: rock americano con raíces, con grandísimas canciones (las tres primeras del álbum son oro puro), letras oscuras y ganas de gustar al mayor público posible. Sonidos luminosos en un casos, pianos tristones a lo Neil Young en otros, para un trabajo melancólico marcado por la ruptura con su pareja de muchos años y la muerte de su madre tras más años aún sin hablarse con ella pero que pese a todo, escuchado completo, deja un regusto más dulce que amargo.