Esta colaboración bilateral se concretará en la creación de una comisión técnica que se reunirá a finales de año en México. En su seno se detallará la investigación documental (cuyo punto de partida es la investigación de cerca de 20 años llevada a cabo por el mexicano Instituto Nacional de Antropología e Historia), la tecnología a emplear, los programas de formación y ciencia multidisciplinares, así como los retos que plantea la conservación de estos bienes.

Está previsto que se pueda realizar la primera campaña conjunta entre España y México en 2015, después de haber acordado específicamente la participación de cada país a nivel científico, financiero y legal.

Jesús Prieto de Pedro, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, y Teresa Franco, directora general del INAH de México.

Jesús Prieto, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de España, y Teresa Franco, directora general del INAH de México.

Jesús Prieto, director general de Bellas Artes y Bienes Culturales del Ministerio de Educación, Cultura y Deporte, ha destacado que “España y México han coincidido tanto en sus objetivos como en la defensa de los valores que consideran este patrimonio subacuático como bienes de la humanidad, no susceptibles del tráfico comercial y mercantil y no considerados en exclusiva como bienes económicos. Esta posición es compartida por nuestros dos países y se enmarca en los principios establecidos por la Convención de la Unesco de Patrimonio Arqueológico Subacuático que ambos países han suscrito y defendido”.

La Mercedes, el precedente

Prieto se refirió a la fragata Nuestra Señora de las Mercedes, “que ha supuesto un precedente internacional en cuanto a las líneas a seguir en patrimonio subacuático. De hecho, la Unesco está muy atenta a este tipo de acuerdos y estas líneas de trabajo y ha mostrado su interés en recibir la exposición El último viaje de la fragata Mercedes que ahora se exhibe en el Museo Naval y el Arqueológico Nacional”.

Por su parte, Teresa Franco, directora del INAH, ha enfatizado el carácter cultural de este patrimonio subacuático, al que ha denominado “grandes cápsulas de la historia”, y ha manifestado el compromiso de ambas naciones con el cumplimiento de la Convención de la Unesco en esta materia. “Este memorándum es un precedente único que busca concretar la colaboración de nuestros dos países en la preservación del patrimonio arqueológico subacuático. De hecho debemos resaltar que la cooperación internacional sí genera instrumentos para luchar contra el saqueo de nuestro patrimonio cultural subacuático, una materia que cada vez está más abierta a la comunidad internacional con líneas de trabajo e investigación multidisciplinar con el objetivo claro de preservar este patrimonio sumergido”.

 

Vínculos muy intensos

Entre los siglos XVI y XIX, los vínculos entre Nueva España y la metrópoli fueron muy intensos. Como consecuencia, y a lo largo de tres centurias, el intercambio económico, humano y cultural entre las dos regiones fue intenso y llevó de ida y vuelta mercancías y mentalidades, tradiciones religiosas, lengua y costumbres, productos básicos y suntuarios que construyeron una nueva concepción de la vida cotidiana de ambos pueblos.

Del puerto de Acapulco se estableció un contacto directo con Asia a través de la Nao de China o Galeón de Manila, que viajaba a Filipinas, en una extraordinaria compraventa de mercancías producidas en tres continentes: Europa, América y Asia. Este intercambio también generó un desarrollo de los mercados internos al surtir de productos a los diferentes poblados a lo largo de los caminos que iban de Veracruz a la Ciudad de México, y de allí a los puertos del Pacífico y viceversa.

El intenso impulso comercial mantuvo viva buena parte de la vida económica y cultural de las tres regiones hasta el siglo XIX. Pero también hubo infortunios, muchos barcos españoles no llegaron a su destino por circunstancias tan variables como las tormentas o el robo. Los restos de esos navíos, con su riqueza cultural, permanecen desde entonces en el fondo del mar, convertidos en verdaderas cápsulas de tiempo que encierran una época específica de nuestra historia compartida.