Se destacó por ser uno de los arquitectos más controvertidos y su obra nunca pasó inadvertida. Su producción es tan amplia que hasta se podría dudar que sea creación de un solo hombre, si no fuera porque cada una de estas lleva su personalidad claramente implantada: claridad de concepción, carencia de compromiso e inagotable riqueza de imaginación. Al ver la obra completa de Le Corbusier, la impresión que se desprende es la de unidad. Las categorías racionales del análisis lógico se han fundido a tal punto con los elementos emocionales y estéticos que toda tentativa de clasificación bajo una etiqueta cualquiera resulta insuficiente para abarcar su personalidad.

Elementos básicos

Charles  Edouard Jeanneret  nació el 6 de octubre de 1887 en Chaux des Fonds, Suiza, ciudad tradicionalmente ligada a la industria relojera. En 1902 entró en su Escuela de Artes donde aprendió grabado y la fabricación de cajas de relojes. Su director, L´Eplattenier, tuvo mucha influencia sobre él ya que en clase le enseñaba a analizar las formas de la naturaleza y a utilizarlas de forma abstracta en su aplicación al arte y a la arquitectura como elementos básicos, ideas que fueron clave su futuro. Viajó por Europa, donde quedó impresionado por las formas perfectas de la arquitectura clásica. En la Toscana visitó en monasterio de Ema y quedó impresionado por la vida de los monjes en una celda de dos alturas con un jardín privado delante: le pareció un ejemplo de habitación a seguir que influyó enormemente en su unidad habitacional.

Durante sus viajes trabaja en diferentes estudios de arquitectos como el de Peter Behrens, Heinrich Tessenow o Auguste Perret y, finalmente, con 30 años se instala definitivamente en París asumiendo el nombre de Le Corbusier como autor. En sus comienzos en la capital francesa, abrió un estudio de arquitectura con su primo, Pierre Jeanneret, hasta 1940, año en que se separaron, y no volvieron a trabajar juntos hasta 1951, cuando recibieron los encargos de India.

Solución universal

Después de 1945 comenzó a poner en práctica su idea de habitación. Estos sistemas están basados en el modulor, sistema de medidas que consideraba la solución universal para la arquitectura, basados en las medidas de un hombre de 1´83 cm. Creó su propio canon, una escala de proporciones basadas en el cuerpo humano y en la naturaleza, y expresó unidades ideales de medida relacionados con la proporción áurea.

Su unidad habitacional quedó reflejada en la Unidad de Habitación de Marsella, inspirada en las celdas de los monjes. Le Corbusier asumió este proyecto como un experimento en cuatro sentidos: en la concepción de los lugares de vivienda, en las técnicas constructivas, en la adaptación de la sociedad y el la integración del bloque con el planteamiento urbano.

Se trata de un bloque de pisos macizos de 12 alturas, con bajo presupuesto, situado en un sitio predominante de Marsella. El edificio está apoyado sobre unos pilotes de menos diámetro en la parte baja, que dan sensación de inestabilidad. La parte superior esta rematada con una terraza jardín (la quinta fachada) pensado como lugar de recreo, con piscina, guardería.

Exteriormente, las unidades de habitación son dúplex y todas ellas tienen balcón, cada uno pintado de un color, recuerdo del jardín de las celdas de los monjes. Está pensado para no salir de casa, con tienda, guardaría… lo que no tuvo ningún éxito ya que estas dependencias nunca se usaron. Pretendía demostrar cómo técnicas constructivas modernas podían satisfacer necesidades individuales y colectivas en un mismo edificio. En este sentido nunca funcionó, pero desde el punto de vista de innovación en el modo de utilizar las técnicas constructivas y la planificación de la ciudad, el proyecto marcó un momento crucial.

Arquitectura a medida

La facultad de creación y el esfuerzo apasionado llevaron a Le Corbusier a comprender lógicamente el mundo que le rodeaba y sus acontecimientos y crear una arquitectura a la medida de nuestro tiempo gracias a una síntesis constructiva de distintos elementos.

“Cada vez más, me siento próximo al movimiento que anima al mundo de hoy. Analizo los elementos que determinan el carácter de nuestra época, en la cual creo y de la que no sólo intento comprender las formas externas, sino el sentido profundo, el sentido constructivo. ¿Acaso no es ésta la razón misma de la arquitectura? Los diversos estilos, las diversidades de la moda no me turban: ilusiones y mascaradas. Por el contrario, el espléndido fenómeno arquitectónico que nos invita es lo que me atrae, y por fenómeno arquitectónico entiendo la cualidad espiritual de organización que, por las potencias creadoras, constituye un sistema capaz de expresar la síntesis de acontecimientos presentes y no es aspecto de un simple capricho personal”.

Se le considera la persona que identificó la arquitectura con el progreso, sobre todo por su capacidad de adaptación a lo nuevo y por dar nuevas soluciones a problemas tanto nuevos como antiguos, como el problema de alojamiento. Para Le Corbusier, la arquitectura es un punto de partida con el que quiere llevar a la humanidad hacia un porvenir mejor. Siempre intentó hacer una arquitectura que fuera una expresión de su tiempo y no una copia de culturas pasadas.

Le Corbusier y Ozenfant

Su carácter polifacético e inquieto le llevó también a la pintura, actividad que ya nunca abandonó en su vida. Su primo le presentó al pintor Amedée Ozenfant, con quien compartía muchas ideas: el orden, la armonía, la expresión de las formas geométricas, los colores puros, y ambos enfatizaban la importancia de la máquina. Estas ideas fueron publicadas en 1918 en un trabajo conjunto, Aprés le Cubisme, en la que ambos formularon su concepción de la pintura contemporánea, donde definían sus estéticas: el purismo, palabra que no solo abarca el aspecto formal del arte si no también una dimensión moral, la simplicidad y economía de los medios fueron la definición de sus cualidades.

Esta exposición pretende mostrar, a través de maquetas, reconstrucciones de interiores, dibujos, muebles, fotografías, películas, pinturas, esculturas y libros hechos por él mismo, el carácter polifacético del artista, arquitecto, teórico, diseñador y pintor suizo. Además, aporta una introducción comprensiva a su obra y sus influencias, centrándose en el concepto de la síntesis de las artes que dieron un punto de vista del ambiente contemporáneo que modeló el siglo XX. Material nunca publicado ni expuesto, como los murales de su oficina, se pueden ver aquí por primera vez para ir descubriendo poco a poco nuevas facetas desconocidas Le Corbusier.

 

Londres. Le Corbusier. The Art of Architecture. Barbican Gallery

Hasta el 24 de mayo de 2009.