Considerado por muchos el ‘Ken Loach francés’, Robert Guédiguian se distingue por poner el dedo en las llagas de los temas que aborda. Así ha sido, por ejemplo, en La ciudad está tranquila o Presidente Miterrand.

 Ahora, inspirándose en el poema Las pobres gentes de Víctor Hugo, se sirve de la historia de un matrimonio estable que no se resiente siquiera tras la noticia de su pérdida de trabajo, para hablar de esa porción creciente de la población que vive al borde del precipicio de la pobreza. Retrato clarividente de las claves de un mundo que languidece bajo los dictados de los nuevos órdenes económicos.

Narrativa clara

El tema puede sonar a manido en este mundo quebrado en el que estamos instalados, pero a través de un pulso cinematográfico que no titubea en ningún momento y de una narrativa muy clara, Las nieves del Kilimanjaro se instalan en la emoción y en la convicción del espectador con una ausencia absoluta, y muy de agradecer, de cualquier atisbo dogmático.

Sobre un paisaje para pocas florituras en el que la solidaridad parece agonizar ante el «sálvese quien pueda», Guédiguian formula un no inteligente y realista y consigue de un modo muy sutil que el espectador salga de la sala con la sensación de que aún hay margen para el optimismo.

Las nieves del Kilimanjaro

Director: Robert Guédiguian

Intérpretes: Ariane Ascaride, Jean-Pierre Darroussin, Maryline Canto y Gérard Meylan

Francia / 2011 / 90 minutos