Época figurativa

Estas dos piezas se integrarán en el espacio que testimonia los primeros derroteros creativos de Jorge Oteiza, que acoge obras de principios de los años treinta, piezas realizadas durante su periplo americano (1935-48) y otras esculpidas inmediatamente después de su regreso. En el ámbito de la obra realizada en Latinoamérica se enmarca la incorporación de la pieza Mujer ante el espejo (49,5 x 19 x 25 cm) realizada en cerámica esmaltada, una obra singular dentro de su producción creativa.

Realizada en Buenos Aires en 1939, engarza con el discurso expresionista de sus primeras piezas, jugando con una realidad en la que el espejo en el que se mira la mujer amplifica el espacio, casi velazqueño, que más tarde retomará en sus obras. El rostro reflejado no es una mera incisión, sobresale del plano del espejo en un juego de irrealidades, delimitando un modo compositivo que no se volverá a encontrar en su obra posterior y que constituye un punto de inflexión en su búsqueda artística.

Jorge Oteiza residió en Buenos Aires de 1936 a 1942 y en 1941 ejerció como profesor de la Escuela Nacional de Cerámica. Un año más tarde fue contratado por el Gobierno colombiano para organizar la enseñanza de la cerámica en Colombia y ejerció el profesorado en la Universidad de Popayán.  

Piezas singulares

La escultura fechada el 8 de noviembre de 1939 y está dedicada a Elena Jiménez, hija Pedro Jiménez Ilundain (industrial e intelectual navarro que mantuvo un extensa correspondencia con Unamuno), que la recibió como regalo de cumpleaños. El Museo Oteiza conserva tres dibujos relacionados con la escultura Mujer ante el espejo.

Por su parte, Figuras Familia, realizada 1951 en piedra caliza blanca (33 x 12 x 10,5 cm), pertenece a las obras figurativas iniciales de Oteiza, dentro del grupo de obras que realiza en Bilbao entre 1949 y 1951, tras su regreso de América y antes de instalarse en Madrid.

La singularidad de esta pieza reside en que una de las figuras representadas dispone de rostro en el anverso y reverso. De este modo, Oteiza trabaja con la idea de la simultaneidad, es decir, con dos momentos diferentes de una misma figura dados al mismo tiempo. Esto ocurre en otras obras, como Ensayo sobre lo simultáneo, realizada en ese mismo año. En este período, Oteiza trabaja en el debilitamiento de la expresión figurativa y en la proyección espacial de la representación de la figura. Aquí, como en otras obras de esta época, los volúmenes aparecen aplastados y orientan sus planos hacia puntos convergentes en el exterior de la materia.