A través de estos temas late su preocupación por el paso del tiempo y profundiza en la lógica del medio fotográfico. «La fotografía es la manera en que nuestro tiempo asume la muerte», según Roland Barthes. Son intereses que comparte con Avedon, Arbus, Coplans o también, por su desarrollo del retrato, con Mapplethorpe.

El fotógrafo del silencio

Denominado el fotógrafo del silencio, Humberto Rivas siempre intentó captar las cualidades interiores de los retratados y el alma de sus paisajes. Buscaba incansablemente la realidad, escudriñando sus fisuras, pero su fotografías trascienden el documentalismo. Las composiciones, en apariencia simples, están impregnadas del tinte de lo extraño que nos lleva a mundos inquietantes. «En la realidad, siempre puede haber alguna cosa de misterio; y debe ser así, porque donde no hay misterio no hay interés. En esa ambigüedad quiero que se mantenga mi obra», contaba Rivas.

En las fotografías de Rivas no hay artificio y domina una serenidad clásica en su manera de ver. El acento está en la sobriedad y una potente sencillez. Retratos frontales, de fondos neutros, sin más atributos que su propia expresión y anatomía y cuyos títulos no llevan apellido, sino que apelan directamente a la persona: María, Magda, Alberto.

Incansable soledad

Los paisajes son lugares de ausencia. Habitaciones vacías, calles desiertas… Transmiten una soledad insondable siendo al tiempo muy humanos, si bien las personas se adivinan sólo por las huellas que dejaron. Toda su obra es un camino hacia la desnudez, un continuo despojarse. Busca la verdad en los lugares y en las personas que fotografía. A través de ellos retrata la ambigüedad del tiempo, del género, de la identidad.

Al igual que Man Ray, su intención es distraer la atención de la destreza manual para que sea la idea quien se imponga, “de modo que el observador no se quede con el cómo, sino con el por qué”. Sus fotografías no invitan a la mirada, sino a la contemplación.

Si sus referentes fueron August Sander, Irving Penn o Anatole Saderman, desde la década de los 70 se convierte en baluarte para otros fotógrafos. Es en 1976 cuando llega a Barcelona, donde encabezará al grupo de Xavier Miserachs, Toni Catany, Joan Fontcuberta y Manel Esclusa y ayuda a superar la crisis vanguardista en España. Después de un periodo de rechazo del realismo fotográfico y de hegemonía de las técnicas de manipulado, Rivas propone regresar a la presentación pura de la realidad.

Humberto Rivas falleció en su adoptiva Barcelona a pocos días de recibir la Medalla de Oro al Mérito Artístico de la ciudad Condal. A este reconocimiento le habían precedido el Premio de las Artes Plásticas Ciudad de Barcelona en 1996 y el Premio Nacional de Fotografía en 1997.

 Madrid. Humberto Rivas. Fotografías Inéditas y Vintage. Galería Michel Soskine.

Del 16 de septiembre al 30 de octubre de 2010.