Klauke es uno de los artistas que antes se han valido de la fotografía como un instrumento propio de expresión artística y pocos son los que han explorado con tanta coherencia, empeño y versatilidad como él las posibilidades y límites del medio, abriéndolo a campos todavía inéditos. Su trabajo ha puesto muy explícitamente el acento en la diferencia de género, evidenciando de modo radical el problema de la identidad con imágenes a veces sumamente provocativas.

Cuerpo humano como soporte

Al mismo tiempo que Robert Morris y Bruce Naumann, y antes que Cindy Sherman, Jürgen Klauke imágenes. Por esa misma razón resulta difícil definir a un artista como Jürgen Klauke empleando la terminología al uso en la crítica de arte. Sus imágenes y series no encajan en ninguna de las categorías habituales y desbaratan los esquemas familiares.

Las dificultades surgen ya en el mismo proceso de producción. Aunque pinta y dibuja, Klauke no es un pintor, y desde luego tampoco es, en absoluto, un fotógrafo, pese a lo cual el segmento más significativo de su trabajo lo componen conjuntos fotográficos. Personalmente idea sus temas, los desarrolla y lleva a la práctica, y después se transforma en director de la realización visual de su concepto, y hasta llega también a intervenir a menudo (al menos hasta hace poco) como actor en su puesta en escena.

Semejanza con el cine

Por su método de trabajo, Klauke podría compararse con alguno de los grandes creadores cinematográficos como Buster Keaton, Claude Chabrol o David Lynch. Incluso suele hacer falta un laborioso casting antes de que su equipo pise el estudio y concrete en imágenes la visión del artista. Existe, además, otra semejanza con el cine: el personaje central encarnado por el artista —personaje que en los inicios vestía de modo a veces exótico y estrafalario y que desde la segunda mitad de los años setenta del siglo pasado luce unos pulcros y algo presuntuosos trajes negros—, aun teniendo sin duda algo que ver con él, no es idéntico a la persona de Jürgen Klauke.

Sería un error entender sus obras como una especie de autorretrato. Como mucho lo eran, de forma aproximativa, las series y secuencias más antiguas. En realidad se trata de cuadros sociales condensados, de reflejos del otro, y, por tanto, también de quien los contempla. Más exactamente son imágenes de distorsiones y síndromes sociales y psicológicos, exacerbados a veces hasta lo grotesco o subrayados irónicamente.

Comunicación humana

En su arte, Klauke recuerda cosas elementales: los cortocircuitos y anomalías de la comunicación humana; la pérdida creciente del sentido de la vida; el tedio y el vacío paralizador de una existencia incompleta, sin olvidar las seductoras amenazas a la identidad física y mental derivadas de la violencia sutil de los medios, así como la progresiva tecnificación de todos los ámbitos de la vida, incluido el territorio del cuerpo humano.

Cuando a veces la ironía del artista frena el acoso de este programa, su testimonio es más de desesperación que de distanciamiento y provoca en el espectador no una sonrisa de liberación, sino una repentina comprensión y conocimiento de sí mismo. En el «otro» de la obra artística de Jürgen Klauke uno se encuentra con su propio yo.

Madrid. Jürgen Klauke. Galería Helga de Alvear.

Del 8 de mayo al 30 de junio de 2012.