Además, el proyecto sobre el valor económico de nuestra lengua –dirigido por los profesores José Luis García Delgado, José Antonio Alonso y Juan Carlos Jiménez– indica claramente que la unidad de nuestro idioma constituye –por ejemplo en España– el mayor y más valioso activo intangible que posee hoy la economía: el español genera el 16% de valor económico del PIB y el “factor ñ” de los contenidos en español provenientes de las industrias culturales aporta el 3% del PIB de la economía española.

En el mundo, la capacidad de compra de los 450 millones de hispanohablantes representa el 9% del PIB mundial y el dominio de nuestra lengua en Estados Unidos supone para el hablante un “premio salarial” de un 30%.

Cuádruple proyección

El español tiene ante sí el reto de una cuádruple proyección. Ante todo está la frontera de Estados Unidos, donde ocupa ya el puesto de segunda lengua, con lo que esto supone debido a la referencia cultural que significa ese país en el mundo; en segundo lugar, Brasil, con el apoyo oficial concedido a la enseñanza del español en el “ensino medio” de su sistema educativo, además de su propuesta de cooficialidad; en tercer término, en Europa, donde el español consigue situarse como segunda lengua extranjera, y en cuarto lugar expansivo, Asia, a través del rápido incremento de la demanda de español en China.

La apertura e internacionalización empresarial de España y de los principales países de la América hispana –Chile, México, Argentina, Colombia y el Perú– ha adquirido un ritmo muy vigoroso y fuerte en los últimos 15 años. En Estados Unidos, las empresas españolas del sector financiero, alimentario, textil, de la construcción, energético y tecnológico han realizado un enorme esfuerzo inversor en unos pocos años debido a que sus matrices hablan español y a la consideración de nuestro idioma como lengua de negocios.

Lengua de negocios

Compartir la lengua española supone un factor de multiplicación cercano al 190% para los intercambios comerciales de los países que la comparten, y en la comunidad panhispánica de naciones, incrementa de media un 300% el comercio bilateral entre ellos, más incluso que el inglés entre los países anglosajones. Este efecto es más intenso en las inversiones directas exteriores, en las que la lengua común alcanza incluso un coeficiente de multiplicación del 580% sobre los flujos bilaterales de inversión.

En el ámbito empresarial, el español reduce los costes de transacción, los costes asociados a la fijación de las condiciones contractuales porque transmite comprensión, confianza y reducción de la distancia psicológica entre los agentes de este gran condominio lingüístico de cerca de 450 millones de hablantes, que lo convierten en el tercer idioma más hablado del mundo con una mayoritaria presencia en América, donde reside algo más del 85% de los hispanohablantes (en concreto, el 59% de los hablantes del mundo hispánico se concentra en México, Colombia, España y Argentina).

Por otra parte, el mayor contingente de hablantes nativos de español fuera del dominio hispánico es el de Estados Unidos, que no sólo supone el 90% del total, sino que convierte a este país en el cuarto del mundo por número de hispanohablantes, detrás de México, Colombia y España, con cerca de 50 millones de personas –más del 16% de su población–.