Quien vea The deep blue sea, el desgarrado melodrama romántico dirigido por Terence Davies, asistirá a una de las interpretaciones más intensas que las pantallas hayan generado en mucho tiempo, la de Rachel Weisz.

Pero nos detendremos más en Sólo es el principio por el hecho de que este monumento en forma de documental tiene todas o casi todas las papeletas para perderse en el marasmo de estrenos y programaciones. Y estamos ante una interesantísima cinta cuya visión cobra, si cabe, mayor sentido en estos tiempos de hachazos y recortes. Asumamos el riesgo, más que probable, de que muchos de los que deberían verla por poco menos que obligación, -por un par de obligaciones-, ni se enterarán de que esta pequeña joya está en cartelera.

Hablar… escuchar

Los franceses Jean-Pierre Pozzi y Pierre Barougier nos introducen a lo largo de poco más de hora y media en una clase de niños de cuatro y cinco años. El tema está servido: con la ayuda de una maestra asistimos a una especie de taller, filosófico si se quiere y sin que asuste, en el que esos pequeños de orígenes muy diversos hablan y se escuchan. Planteado así, cabe imaginar que estamos ante otro tostón más de escuelitas y niños resabiados.

Simplemente les diré un ‘NO’ con mayúsculas porque Sólo es el principio va muchísimo más allá y, de la mano de la espontaneidad y la frescura de sus protagonistas, asistimos admirados a una especie de fotograma social lleno de propuestas.

Vaya pues un ‘SÍ’ con mayúsculas a la hora de animarles a que contemplen este magnífico despliegue de sentido común que viene a demostrar que, pese a todo, puede haber, en este zarandeado mundo en el que vivimos, otro mejor y posible.

Sólo es el principio
Directores: Jean-Pierre Pozzi y Pierre Barougier
Documental
2010 / Francia / 97 minutos