Si bien su trabajo parte de las bases fundamentales del arte de las vanguardias, en esa incesante búsqueda, hace tiempo que la obra de Croft parece caracterizarse por la tensión que se crea entre dos conceptos a veces enfrentados y a veces no. De estos el más evidente es el que se produce entre lo vacío y lo lleno, una constante en su trabajo, pero también son fundamentales los que se originan entre el peso y la densidad o entre el espacio y la masa. Es a golpe de provocar estas oposiciones que la tensión resultante lleva la obra de Croft a dar un paso más allá, a un nivel más alto, a una nueva pregunta, a una respuesta más.

Esculturas

Es esta parte de su trabajo la que se hace más evidente en las esculturas que presenta este jueves, 15 de marzo, en su nueva exposición en la galería Helga de Alvear de Madrid (hasta el 5 de mayo de 2012). En ellas se reúnen todos estos conceptos junto con una importante incorporación: la ironía.

La nueva serie de obras se conforma al poner en contacto (físico, directo) dos cuerpos de caracteres opuestos: una mesa doméstica de madera sobre la que se sostiene un cuerpo geométrico casi puro de hierro y metal; un banco de escuela al que se le ha añadido una trama de metal y espejos encima… La relación entre las dos partes es de oposición táctil pero también histórica o social. Pero, además, el artista las coloca en lo que parece un equilibrio precario, en un estado que, una vez más, provoca una tensión a ojos del espectador, como si estuviera al punto de caerse.

En su nueva muestra, Croft presenta también una nueva serie de dibujos de gran tamaño, una disciplina fundamental dentro de su trayectoria, a la que ha dado siempre una gran importancia.

Volumen y ritmos

 Utilizando las pruebas que se realizaron para su reciente exposición de grabados en La Caja Negra (Madrid, 2010), José Pedro Croft se lanza a pintar líneas paralelas sobre los dibujos originales, centrados en la masa y en el color de una forma casi maniacal: minuciosamente, una tras otra, se van persiguiendo y luego superponiéndose hasta constituir una trama prácticamente infinita. Y gracias a un mecanismo en apariencia tan simple le permite poner en evidencia conceptos como la profundidad, el volumen, los ritmos o manifestar los inacabables procesos cognitivos. Cuando lleva este proceso a las nuevas creaciones, la masa de color desaparece y con ella lo hace también el papel para dar lugar a unas filigranas, unas tramas, que van a cuestionar desde la visión del espectador hasta la tercera dimensión o la propia definición de dibujo.

Jose Pedro Croft fue el representante portugués en la bienal de Venecia de 1995 y de São Paulo (1987). Su obra se ha expuesto en instituciones como la Fundación Calouste Gulbenkian de Lisboa, (1994), la Fundación Serralves de Oporto (1997) o el CGAC de Santiago de Compostela (2003).

Madrid. José Pedro Croft. Galería Helga de Alvear.

Del 15 de marzo al 5 de mayo de 2012.