La porcelana de Bofill presenta una obra conceptual y evolucionada, vinculada a su entorno inmediato: la zona de influencia del mar Mediterráneo. Esta retrospectiva es un reflejo de los diferentes aspectos del paisaje, ya sea real o imaginario, que muestran su interés por el arte y por la arquitectura. La muestra supera la tradición y evoca atmósferas cargadas de emociones mediante un conjunto de obras minimalistas y elegantes.

Proporción y tamaño abarcables

Por sus dimensiones, las obras que conforman la exposición son piezas de proporción y tamaño abarcables, casi mágicas, que reclaman la atención y desvelan la fantasía y que, por sus formas rugosas y planas, turgentes y ondulantes, rectangulares y cilíndricas, y por su tratamiento brillante o mate, liso o perforado, poseen una sensualidad inquietante y nada habitual.

El trabajo en porcelana y las variaciones de dos formas básicas, el huevo y el bol, centran la exposición de medio centenar de obras que se engloban en cuatro apartados: recipientes con forma de copas o vasos, con leves notas de colores azules, rojos y rosados, que pertenecen a su obra más conocida; los laberintos en el sentido más simbólico, como caminos y lugares que no se sabe dónde empiezan y dónde acaban, espacios compartimentados por pilares, paredes o arcos prácticamente acromáticos, que se cierran en sí mismos y que incitan a la imaginación; y unas arquitecturas trabajadas a partir de muros y paredes que definen ámbitos y que remiten a la idea de casa, de habitáculo, a las casas del alma de la arquitectura funeraria de la antigüedad.

El Mediterráneo

Finalmente, Bofill evoca el Mediterráneo con paisajes imaginarios con los que alude a elementos de la naturaleza como el sol, las olas, las islas, los cerros y las sierras con las que crea parajes que, por su poética, inevitablemente remiten a la intimidad y el recogimiento de los jardines Zen japoneses.

Barcelona. Maria Bofill y el arte de la porcelona. 1980-2010. Museo de Cerámica.

Del 17 de junio al 17 de octubre de 2010.