¿Para qué tantos juntos? Cabe el riesgo de pensar que estamos ante una de aquellas en las que los productores americanos reunían a una serie de «vacas sagradas» y ponían en marcha películas (hay numerosos ejemplos y no merece la pena dar títulos) que tenían mucho de gradilocuente vacío y poco de buen cine. Moonrise Kingdon (¿habría que traducirlo por algo así como «El reino de la salida de la luna»?) es otra cosa.

Cine de altura

De entrada, cine de altura. Respira el modo de contar la historia, que no lo que se cuenta en sí, algo de François Truffaut, entrañables propuestas como Los 400 golpes o La piel dura.

Wes Anderson, vuelve a demostrar pulso y talento. Lo viene haciendo desde que naciese para la dirección cinematográfica en 1994 con Bottle Rocket. En esta su séptima entrega nos sitúa en un campamento de boy scouts en el verano de 1965, en una isla cercana a las costas de Nueva Inglaterra. A ese lugar llega Sam, un niño de 12 años, introvertido y disciplinado, que sufre el aislamiento y las burlas de sus «compis» estivales. Pero allí se reencontrará con Suzy, que anda por la misma edad. Juntos se embarcarán en un maravilloso viaje de amores primerizos.

Pero no se engañen. Bien es cierto que en principio esta percha argumental no parece muy sólida. Pero no es más que eso, una percha, porque de lo que de verdad se trata, como manifiesta el propio Anderson, es de captar la emoción del primer beso, «de cómo en el fondo todos seguimos siendo niños, aunque por fuera tengamos aspecto y nos comportemos como adultos. La infancia no muere nunca. La escondemos, pero no muere». Se habla pues de paraísos perdidos y su posible rescate. Tras pedir disculpas por utilizar en el momento actual tal palabro (rescate, digo), les animo a que se asomen a esta fábula. Seguro que en alguno de sus guiños recuperarán algo de lo que los años se llevaron.

 

Moonrise Kingdom
Dirección: Wes Anderson
Intérpretes: Kara Hayward, Jared Gilman, Harvey Keitel, Tilda Swinton, Bill Murray, Edward Norton, Bruce Willis, Frances McDormand y Jason Schwartzman.
EE.UU. / 2012 / 94 minutos