Palazuelo, gracias a una beca que obtuvo del Instituto Francés, fue en 1948 a París, todavía el gran centro cultural europeo del momento, para realizar sus estudios de pintura. Fue uno de los primeros artistas españoles en instalarse en la capital francesa en la postguerra mundial. París constituye el origen de su formación intelectual y de su actividad artística.

El París de Palazuelo

En París permanecerá hasta principios de los años sesenta, cuando alterna sus estancias en España y en Francia, hasta su regreso definitivo en 1968. Fueron veinte años capitales en su trabajo como artista, y como tal muy poco conocidos. Es el periodo en el que Palazuelo adopta un lenguaje artístico abstracto, basado en la geometría y caracterizado por una técnica depurada y con gran sentido del color.

Fruto de una ardua investigación llevada a cabo en los últimos años, la exposición es, pues, un acercamiento por completo nuevo a esos años capitales en su trayectoria artística. Para ello ha sido fundamental la cooperación de la Fundación Pablo Palazuelo en el análisis de archivos inéditos del artista.

La muestra, que se podrá ver hasta el 30 de octubre y que viajará posteriormente a Cuenca, al Museo de Arte Abstracto Español (desde el 19 de noviembre próximo al 27 de febrero 2011), y a Alzuza (Navarra), al Museo Oteiza (desde el 11 de marzo al 29 de mayo de 2011), es un proyecto de la Fundación Juan March y la Fundación Museo Jorge Oteiza, con la cooperación de Fundación Pablo Palazuelo, que ha comisariado Alfonso de la Torre, autor también de los textos del catálogo.

 

Veinte años capitales

Pablo Palazuelo es uno de los artistas españoles más reconocidos de la
segunda mitad del siglo XX: en consecuencia, su obra forma parte de
importantes colecciones, ha sido ampliamente documentada e interpretada
en significativas publicaciones (entre ellas, aquellas que recogen sus
propios escritos) y ha sido objeto de numerosas, amplias y recientes
exposiciones. En la primera década del nuevo siglo, su obra parece haber sido, pues, tan celebrada como conocida.

En esas circunstancias, resulta natural que cuando –hace ahora tres
años– se empezó a gestar la idea que ha acabado concretándose en esta
exposición, la primera intención de sus organizadores fue la de dar con
campos de la obra de Palazuelo a ser posible inéditos, más que la de
volver a arar los mismos. Junto a otras motivaciones, como la
pertenencia de la obra de Palazuelo a la colección de la Fundación Juan
March –Omphale V, de 1965-1967, se incorpora ya en 1967 a la entonces
colección del Museo de Arte Abstracto Español por adquisición directa de
Fernando Zóbel al artista–, o el interés por su figura por parte de la
Fundación-Museo Jorge Oteiza, esa intención dirigió los primeros pasos
de la indagación preliminar, que arrojó una conclusión sugestiva: ningún
proyecto expositivo se había ocupado, en detalle y en extenso, de los
casi veinte años que Palazuelo pasó en París.

En efecto: el artista viajó a la todavía capital del arte moderno en
1948, y allí se quedaría –de manera intermitente al final de su
estancia– durante veinte años, hasta su regreso a España en 1968. Los de
París fueron –es lo que ha ido desvelando la gestación de este
proyecto y lo que relata Alfonso de la Torre en su minucioso trabajo en
las páginas del catálogo– veinte años capitales en su trabajo como
artista. En los años transcurridos sobre todo en el pequeño apartamento
del número 13 de la rue Saint–Jacques, la “imaginación introvertida”  de
Palazuelo libró una solitaria batalla con sus ancestros (Klee y
Kandinsky), adoptó su peculiar lenguaje abstracto y geométrico y
construyó la gramática de toda su creación posterior.

 

Palma. Pablo Palazuelo. París, 13 rue Saint-Jacques (1948-1968). Museu Fundación Juan March.

Del 22 de junio al 30 de octubre de 2010.

Comisario: Alfonso de la Torre.