–muchas de ellas inéditas–, procedentes de más de 60 colecciones privadas de todo el mundo, realizadas por Richter mediante una técnica que altera la imagen con espátulas repletas de pintura hasta crear una simbiosis entre ambos géneros.

Esta exposición establece un diálogo entre la pintura abstracta y la fotografía instantánea a través de diferentes técnicas que sacan a la luz el debate entre fantasía y realidad. Partiendo de imágenes tomadas durante sus vacaciones y diferentes momentos de su vida cotidiana, Richter juega con su paleta de colores, unas veces salpicando la imagen de gotas de pintura, otras sumergiendo la fotografía en laca diluida y otras colocando la fotografía en un lugar cuidadosamente elegido al borde de la espátula.

Factor sorpresa

Este artista siempre ha asegurado que uno de los elementos fundamentales de su obra es el factor sorpresa, llegando a desechar sus trabajos si no consigue este efecto. Además, sus obras contienen distorsiones que desplazan al sujeto y lo apartan de la realidad para subrayar una imagen, sea pintada o fotográfica.

Gerhard Richter se ha acercado a lo largo de su trayectoria a la figuración en la pintura, basada en la fotografía o la naturaleza; al constructivismo en su trabajo más teórico, como las tablas de color, paneles de vidrio o espejos, y a lo abstracto en prácticamente toda la producción realizada desde 1976, excepto bodegones y paisajes.

En la muestra que se puede visitar en la Fundación Telefónica también se pueden ver algunas de las imágenes más íntimas del autor alemán, cuyos trabajos emiten una relación muy fuerte entre sus trabajos y la muerte. Desde su primera exposición individual en la galería Schmela de Düsseldorf en 1964, Richter pasó a exponer en Múnich y Berlín y a partir de principios de los setenta ha expuesto con frecuencia en algunos de las instituciones más importantes de Europa y Estados Unidos.

 

Madrid. Gerhard Richter. Fotografías pintadas. Fundación Telefónica.

Del 4 de junio al 30 de agosto de 2009.