Hacia 1645, Murillo (Sevilla, 1617-1682) obtuvo sus primeros éxitos artísticos e inició una carrera ascendente que desplazó la posición de Francisco de Zurbarán, que por entonces era el pintor más estimado de la respetada escena artística sevillana. Durante ese primer período aparecen ya en su pintura los elementos fundamentales de un personal modo de representar los temas religiosos que apela directamente a las emociones de quien contempla su pintura.

En esos años, la influencia de maestros de la generación anterior, como Herrera el Viejo, Zurbarán y Ribera se plasma en el realismo inmediato del tema, los magistrales estudios de luces y contrastes luminosos, y el gusto por la observación de la materia, optando por el realismo y por la transformación naturalista de las estampas del holandés Abraham Bloemaert.

Período formativo

El joven Murillo reúne 42 obras de su período juvenil, una etapa crucial en su carrera artística, pues marcó incluso la orientación de obras posteriores, como también se evidencia en algún ejemplo en la muestra.

De su etapa formativa y primera madurez, tanto los Museos de Bellas Artes de Bilbao y Sevilla, co-organizadores de la exposición, conservan ejemplos significativos: San Pedro en lágrimas (c. 1650-1655) y San Lesmes (c. 1655) en el museo de Bilbao, y la Estigmatización de San Francisco (c.1650) y San Jerónimo penitente (c. 1665) en Sevilla.

Larga investigación

El proyecto museológico desarrollado por Alfonso E. Pérez Sánchez y Benito Navarrete es el resultado de un largo proceso de investigación que pretende arrojar luz sobre los escasos quince años que van desde 1640 hasta 1655 y en los que Murillo comenzó a formarse como artista.

Las obras del maestro sevillano más conocidas por el público son las correspondientes a su etapa de madurez, cuando el llamado “estilo vaporoso” queda formulado con más evidencia como consecuencia del pleno barroco. Por el contrario, las obras que realizó entre los 23 y los 38 años, que optan por un realismo evidente y presentan ya claramente algunos de los elementos constitutivos de su característico estilo de interpretar los temas religiosos y los componentes formales en que se basa su lenguaje posterior, no se han estudiado monográficamente hasta este momento, a pesar de su valor artístico y de su enorme interés en el contexto de la época.

Préstamos destacados

Son lienzos que reflejan el impacto de la literatura del Siglo de Oro y, especialmente, la asimilación por Murillo del Guzmán de Alfarache de Mateo Alemán, editado en Sevilla en 1602 y que el pintor tenía en su biblioteca, y su sensibilización ante la problemática social de la época.

Es ésta, pues, la primera exposición que aborda el período formativo de Murillo, su engranaje con el primer naturalismo y su identificación con la doctrina de la justicia social predicada por los franciscanos, así como la primera vez que se contextualiza su obra en un marco cultural y en la historia de las mentalidades.

Importantes préstamos 

Para ello se ha contado con importantes préstamos por parte de destacados museos y colecciones internacionales, cuya colaboración ha permitido reunir el medio centenar de piezas de la exposición, muchas de ellas mostradas ahora por vez primera. Destacan las siguientes instituciones: Fitzwilliam Museum de Cambridge, Nationalmuseum de Estocolmo, North Carolina Museum of Art, Raleigh (EE.UU.), Museo Bonnat de Bayona (Francia), Patrimonio Nacional de Madrid, Museo del Louvre, Alte Pinakothek de Múnich, The Detroit Institute of Arts, Palazzo Bianco de Génova, Museo Goya de Castres, Museo del Prado, Museo de Arte Antiga de Lisboa, National Gallery of Ireland de Dublín, y Mie Prefectural Art Museum de Japón, entre otras.

El catálogo de la exposición pretende ser una obra de referencia internacional dentro de la historiografía artística sobre Murillo, y para ello se ha convocado a diversos especialistas que han elaborado textos y fichas comentadas; entre ellos Benito Navarrete, Alfonso Pérez Sánchez, Ignacio Cano, Odile Delenda, Enrique Valdivielso y Karin Hellwig.

Sevilla. El joven Murillo. Museo de Bellas Artes.

Hasta el 30 de mayo de 2010.

Comisarios: Alfonso Pérez Sánchez y Benito Navarrete, con la colaboración de Ignacio Cano Rivero.