Curtis, cuyo nombre real era Bernard Schwartz, nació el 3 de junio de 1925 en el Bronx (Nueva York) en el seno de una familia de judíos húngaros. Al término de la Segunda Guerra Mundial, donde desde 1943 sirvió en un submarino de la Armada estadounidense, llegando a presenciar la rendición de Japón en la bahía de Tokio en 1945, ingresó en la escuela de interpretación de la New School en Nueva York donde compartió aula con Walter Matthau o Rod Schneider, para después comenzar sus carrera interpretativa, primero en el teatro y posteriormente en el cine, contratado por la productora Universal Pictures. En 1948 debutó en un brevísimo papel en El abrazo de la muerte y en 1949 decidió adoptar el nombre artístico de Tony Curtis. Desde 1949 trabajó en más de 140 películas.

En 1958 le llegó su primera y única nominación a los Oscar de Hollywood por su interpretación en la película Fugitivos del realizador Stanley Kramer.

Varios géneros

El actor se casó seis veces, entre otras con la actriz Janet Leigh, con la que convivió once años antes de divorciarse en 1962. Dos de sus hijas en común con Leigh son las también actrices Jamie Lee Curtis y Kelly Curtis. Su última esposa fue Jill Vandenberg Curtis, 46 años menor que él y con quien estaba casado desde 1998. Curtis, que tuvo seis hijos, fue un consumado mujeriego y entre sus novias figuraron las actrices Marilyn Monroe y Natalie Wood.

Tony Curtis siempre intentó trabajar en varios géneros, entre el drama y la comedia, para evitar ser encasillado. Favorecido por su físico, sus ojos azules verdosos y su tupé negro, sus interpretaciones se caracterizaban por sus notables recursos dramáticos, por su sentido del humor y por su delicadeza.

No obstante, buena parte de su carrera estuvo plagada de películas de poca calidad y condicionada por sus problemas con las drogas, que minaron su salud de forma considerable.

Desde principios de la década de 1980, Curtis desarrolló una segunda carrera como pintor en la que obtuvo cierto éxito.