Tras pasar por la Fundación Canal en Madrid y el Musée des Beaux-Arts de Quimper, en la Bretaña francesa, donde recibió 60.000 visitantes, L’éternel féminin llega a Pau ofreciendo una aproximación global a la presencia de la mujer en la obra del artista malagueño a través de sus diversos modelos y transformaciones.

En la obra de Picasso la figura de la mujer ha sido uno de los temas iconográficos más constantes. Marcado por la figura femenina, primero de su madre y sus hermanas y, posteriormente, de sus distintas parejas, el artista se ha enfrentado a la imagen de la mujer desde la admiración, pero también desde el cuestionamiento.

Múltiples facetas

Picasso. Carmen, plancha XXVIEl título de la muestra recurre a la expresión creada por Goethe porque, según el autor alemán, el eterno femenino reúne a la madre y a la amada en un principio universal que remite a la propia Eva, y que por tanto unifica a las diversas modalidades de la mujer en un modelo intemporal y platónico.

Esta multiplicidad de modelos femeninos aparece en las 14 secciones en las que se articula esta exposición: Espejo del alma, Mujeres imaginadas, Retratos de Françoise, Retratos de Jacqueline, La herencia del Renacimiento, La herencia cubista, La mujer sentada, La mujer y el artista, La mujer observada, La mujer que observa, Damas del tiempo de antaño, La profundidad de la piel, Divino tesoro y Misterio y silencio.

Obra gráfica

En ellas se incluyen 66 obras originales del artista malagueño que abarcan las distintas técnicas de su obra gráfica, con piezas realizadas entre los años 1927 y 1964. La mujer se presenta como un soporte para la manifestación del alma, a la vez que puede ser el retrato de mujeres imaginadas o de personas reales, como las dos últimas, y más intensas, mujeres de Picasso: su compañera Françoise Gilot y su esposa Jacqueline Roque.

Del mismo modo, estas presencias femeninas pueden plasmarse desde una óptica deudora del arte del Renacimiento europeo o del Cubismo creado por el propio Picasso, en escenas que las representan sentadas al modo de los retratos cortesanos, posando para artistas, siendo observadas por hombres u observando a otros personajes. Con vestimentas de otros siglos y otros ámbitos que no son los nuestros, hay una dualidad de visión en Picasso, que bien puede captar en la mujer en el esplendor de su naturaleza o en sus años de infancia y juventud para someterlas también a situaciones en las que se intenta acceder a su mundo privado e interior.