Las obras que se reúnen en El nuevo mundo tienen la visión irónica y crítica que caracteriza a esta artista, quien reflexiona en torno a las cuestiones de género y a la construcción cultural de la identidad en el marco de la colectividad social. En el año 2012, con el título de El origen del nuevo mundo, Albarracín comenzó un conjunto de creaciones plásticas a partir de ropa interior femenina donada por su circulo más allegado.

Cuando la artista pidió a diversas mujeres que le dieran sus prendas más íntimas ya usadas, esta solicitud les divirtió, sorprendió e, incluso, molestó, pero en ningún caso les dejó indiferentes. En ese momento se abrió una discusión sobre sus bragas, rompiendo así una imposición general sobre el tema, siempre marcado por el silencio y la intimidad.

Cada prenda, una historia

La voz de estas mujeres mostró que cada prenda interior tiene una historia y que cada persona tiene una forma particular de comportarse al hablar de ello: vergüenza, relajación, emoción, pudor… Al exponer estas piezas realizadas con prendas donadas, la artista muestra a las mujeres no como un objeto sino como un sujeto liberado. Desde el inicio, el proceso de elaboración de estas obras ya planteaba cuestiones sobre el propio cuerpo.

Tras clasificarlas, seleccionarlas y combinarlas siguiendo patrones geométricos basados en los círculos cósmicos, las cosió entre sí para realizar una serie de mandalas. Al recurrir a la costura reafirma el papel que ésta ha desempeñado en la socialización de las mujeres. Recupera esta técnica tradicional reivindicada por las feministas en la creación de composiciones en las que predominan los tonos propios del ritual: el negro, el blanco y el rojo, para hacer la transición de lo cotidiano a lo sagrado.

Superposición de lecturas

En sus últimos proyectos se encuentran referencias a la obra L’Origine du monde de Gustave Courbet , donde aparece el cuerpo de una mujer erotizado y revelando su sexo. Continuando este juego de ocultación, Albarracín elabora series de dibujos como los collages de El secreto, donde la mirada del espectador es dirigida hacia un sexo impreso pero escondido detrás del papel cuadriculado.

En su universo particular se integran relecturas de piezas históricas de artistas como Valie Export – Las licenciadas. Del pánico genital (1969) al pánico laboral (2014). Sus obras a veces incomodan al público, pero siempre propone un cambio en la mirada. Esta superposición de lecturas, recurrente en su trayectoria, tiene una deriva oriental en la serie de telas bordadas dedicada a los Peces de la suerte. Los peces, símbolo de armonía y prosperidad en el Feng Shui, se multiplican en nutridos bancos, se arremolinan siguiendo esquemas geométricos o se muestran agrupados en un número más reducido. Estos fondos marinos de apariencia inocente nos muestran las relaciones del individuo dentro del grupo y sus movimientos y reacciones entre sí.