Esta exposición, que nace del continuo intercambio del artista con la figura y la espiritualidad del Greco y plantea un diálogo con los maestros del Prado, está formada por 27 pinturas hechas con pólvora, ocho de las cuales se han realizado en el Salón de Reinos. La muestra se completa con un documental de 20 minutos dirigido por Isabel Coixet en torno al proceso de creación de Cai.

Cai Guo-Qiang convirtió el Salón de Reinos en su estudio, produciendo allí un conjunto de ocho obras inspiradas en la memoria de este espacio palaciego y en un diálogo con los maestros antiguos del Prado. Esta residencia artística, que ha tenido lugar durante las semanas previas a la inauguración de la exposición, culminó con la creación de la obra El espíritu de la pintura, una obra de una escala monumental (18 metros de largo x 3 metros de ancho).

Tanto ésta como las otras siete obras creadas con pólvora en el Salón de Reinos, y a las que se suman 19 realizadas en Nueva York, forman parte de la exposición monográfica que acoge el Prado. Junto a ellas se exhiben varios dibujos en cajas de cerillas, obra de su padre, Cai Ruiqin, quien le encaminó hacia la pintura, y materiales preparatorios para El espíritu de la pintura.

Una muestra en la que los visitantes aprenderán acerca del diálogo que Cai Guo-Qiang ha entablado con la tradición pictórica occidental y con el espíritu del Greco, en particular, desde sus años de formación hacia la actualidad, a través un óleo y un acrílico de los comienzos de su carrera artística como pintor y de las memorias del viaje que emprendió en 2009 reconstruyendo el viaje personal y artístico del Greco desde su Creta natal, pasando por Venecia y Roma, y terminando en Toledo.

Con este proyecto, Cai pretende reivindicar las cualidades que definen el espíritu de la pintura: la sensibilidad del artista, sus aptitudes artesanales y la sensación de aventura que supone trabajar sobre un lienzo en blanco. Por ello, ampliando su personal espíritu pictórico y pensando en vías de progreso para el arte contemporáneo, los temas y las obras creadas para esta exposición componen una progresión rítmica que refleja una regla de composición usada en las creaciones literarias y musicales de la China clásica y moderna.

Esta fórmula compositiva, Qi cheng zhuan he, se articula en la exposición en cuatro secciones expositivas.

Inicio ascendente (qi)

La primera sala muestra la relación de Cai y su diálogo con el espíritu del Greco, como inspiración original de su exploración del arte de la pintura y como punto de partida de esta exposición.

En Día y noche en Toledo, la primera obra creada en el Salón de Reinos, Cai recreó lo que vio con el ojo de su mente cuando visitó la ciudad a comienzos de 2017: Toledo desde el anochecer hasta el amanecer, del mediodía a la puesta de sol y de nuevo al anochecer. Realizó el cuadro espolvoreando por turno pólvora cruda negra y de colores. La ciudad, la catedral, el Tajo y el cielo ofrecen el aspecto de la época del Greco. Cai representa sobre el lienzo esos elementos como un espejismo, “como si la historia y el presente se solapasen en un tiempo y espacio definidos”.

En Pintando el Apostolado del Greco, núms. 8, 9, 6, 3, 10 y 7, para cada apóstol, Cai tendió un lienzo en el suelo y esparció pólvora por encima, colocó un lienzo en blanco sobre el primero y los prendió simultáneamente. El lienzo de abajo es más figurativo y el de arriba más abstracto, “como si se hubiera extraído la espiritualidad del Greco y fijado su huella”. Las pinturas tienen un aspecto solemne y ceremonial.

Con el grupo de ensayos En busca del Greco, núms. 3, 6, 8 y 9, Cai trata de estudiar la técnica pictórica del Greco por medio de la pólvora y su deflagración, buscando evocar el flujo del color, la energía, la luz y la sombra. Muestra la pugna del artista por determinar qué carga de pólvora negra se debe mezclar con la de colores antes de utilizarla. Una cantidad mayor causa una deflagración más rápida que genera colores ennegrecidos y efectos limitados de humo de color y una cantidad menor puede proporcionar un colorido más rico, pero con el riesgo de que la pólvora de colores no llegue a prenderse por completo.

Desarrollo (cheng)

Esta sección hereda el espíritu de Inicio ascendente, pero asume una forma de expresión más abstracta, y por lo tanto un aire algo más puro y elevado.

Ceremonia negra y Las nubes distantes –creadas en el Salón de Reinos– expresan el duelo de Cai hacia personas queridas que ha perdido en los últimos años como una extensión de las exploraciones del Greco hacia la espiritualidad.

El resto de las obras de esta sala reflejan su estudio de materiales y técnicas, y arrojan luz sobre la abstracción inherente al empleo de pólvora como material pictórico.

Transformación (zhuan)

La tercera sección amplía los conceptos de las salas anteriores y muestra una nueva energía rebosante de color ardor y efervescencia.

El remolino de deseo y pasión que surge en el interior de Montaña en celo, llena de hongos afrodisíacos, está próximo a estallar. Cai persigue la impresión de profundidad superponiendo capas de textura sobre el plano pictórico, “desgarrado entre la ligereza y sencillez del arte contemporáneo y la profundidad y armonía de la pintura clásica, tratando de comunicar una nueva estética”.

El último carnaval se basa en el estudio que Cai ha dedicado a las obras de Rubens presentes en el Prado, y concretamente a su habilidad para capturar el movimiento dinámico de hombres y animales, y se inspira también en el Jardín de las delicias del Bosco. La idea central ha sido crear una atmósfera abstracta en la que los animales de diferentes especies han sucumbido a la hibridación. La obra retrata un ambiente artificial en el que los seres vivos siguen gozando a pesar de que en el planeta ya solo queda una charca de agua.

En la serie Amapola negra, a lo largo de sucesivos lienzo, Cai va reduciendo la cantidad de pólvora negra, hasta que la total retirada del suntuoso negro deja al descubierto el rojo brillante que se ocultaba debajo. La obra expone el paso del tiempo. “Lejos de expresar la energía”, explica, “he intentado dejar que sea la energía la que presente su propio avance”.

El espíritu de la pintura, última de las obras creadas en el Salón de Reinos, es la culminación de más de dos años de análisis del espíritu de la pintura en la colección del Prado. Cai ha enriquecido su técnica en esta obra, poniendo sobre el lienzo, entre otras cosas, plantas y telas clásicas españolas, para hacer explotar muestras de la naturaleza, la cultura y la historia locales. Cai explica que su creación fue como “una liberación final, osada y catártica”.

En Alquimista, el autor vuelve a lo básico, y descartando los estarcidos que utiliza en otras obras, se vale de las manos como pinceles que acarician la pólvora y le dan forma. La obra se inspira en la antigua alquimia y representa su símbolo icónico, el león verde. Pensando en la transformación de la pólvora como material y valiéndose del flujo de energía que genera, Cai ha homenajeado con ella la grandeza prodigiosa, alquímica, de los antiguos maestros del Prado.

Unificación (he)

La obra central de esta cuarta sección gira en torno al Salón de Reinos como tema y presenta la energía acumulada y controlada de un pintor que en resonancia con la primera sala, Inicio ascendente, llega a un nivel más alto de espiritualidad. Después de los vivos colores de las salas precedentes, entrar en esta es como sumergirse en un agujero negro.

En El Salón de Reinos… Cai pretende evocar los fantasmas de los artistas del pasado como Velázquez, que compitió allí por su excelencia artística, y unificar todo a través de la pólvora como representación del posterior uso del Salón de Reinos como Museo del Ejército. “También he intentado expresar las sensaciones que he vivido en el Salón de Reinos… perdido en la ensoñación del crepúsculo”.

Antes de crear Palmira, “intenté utilizar la pólvora y la deflagración para recrear el Tres de mayo de Goya, buscando su energía y su tensión”. La obra es también “un gesto de empatía del Prado hacia Palmira. De un museo mundialmente célebre a un hito de la civilización antigua en el momento de su desgracia”.

Entre Valle en celo y Montaña en celo hay un equilibrio de yin y yang: son dos obras que se hacen eco recíprocamente a través del espacio en el que se exponen. Valle en celo transmite una sensación de expansión y ascensión sin límites, y al mismo tiempo establece un nexo con la cultura formativa de Cai mediante la evocación de la pintura oriental con aguadas de tinta.

La exposición finaliza con una sección que relata los orígenes de esta exposición y las historias que subyacen tras ella. Comienza con los dibujos realizados por el padre de Cai en cajas de cerillas y con dos de las obras tempranas de Cai, un óleo y un acrílico, que hablan de la influencia del Greco sobre él.

Las fotografías narran el viaje que Cai realizó con la mayor de sus hijas siguiendo los pasos del Greco y los bocetos seleccionados hablan de la relación del artista con la colección del Prado, y revelan su proceso creativo para esta exposición, incluyendo reflexiones sobre el color, el concepto y el tema.

Documental

La excepcionalidad de esta muestra está acompañada por la mirada Isabel Coixet, una de las directoras españolas más internacionales, que ha hecho un retrato de su proceso creativo y la producción que ha llevado a cabo el artista. El rodaje ha tenido lugar en Nueva York, donde reside y tiene su estudio, en Long Island, en Madrid, durante su residencia en el Salón de Reinos, en Valencia y en Toledo.

El largometraje documental de 60 minutos, rodado en 4K, permite que el espectador presencie el proceso de gestación y creación de este proyecto para convertirse en testigo privilegiado de su potencial, su capacidad de conmover y su extraordinaria belleza. El largometraje documental, en versión original subtitulado en español, se estrenará el próximo invierno.