Ana Diosdado recibió el Premio Max de Honor de manos de Antonio Onetti, presidente de la Fundación Autor, y los actores Alberto Delgado y Natalia Millán en la gala celebrada anoche. Por un instante, al tomar la palabra, pareció dudar sobre cuál había de ser su discurso: “Lo han dicho todo y muy bien. Por ejemplo, sí, se puede”. Corroboraba la fórmula que había acuñado durante la gala el voluntarismo de los profesionales de las artes escénicas frente a la crisis y añadía un matiz, la emoción de sentirse partícipe de una tradición tan larga como dificultosa. Con la voz quebrada dijo: “Siempre se ha podido, desde hace miles y miles de años”.

“De la misma manera que nadie negará que la música es el más excelso de los lenguajes, nadie tampoco se atrevería a desdecir que el teatro es la más antigua y la más sagrada –repito la palabra, no tengo ningún pudor: sagrada– de las ceremonias”, añadió Diosdado. Asimismo recordó que “en cualquiera de las culturas, el teatro ha sublimado los sentimientos, las tragedias, también lo coyuntural”. Y citó a Federico García Lorca: “Como él decía, un pueblo que no ama su teatro es un pueblo moribundo o muerto”. Sin embargo, para la dramaturga “lo pueblos no están muertos, solo enfermitos por los virus que se les inoculan”.

“Tenemos el derecho y el deber de seguir siendo lo que somos. Esto es entretenimiento, desde luego, pero también mucho más”, afirmó antes de pedir a sus compañeros de profesión: “No mercantilicemos nuestro lenguaje”.

Diosdado apeló al símbolo de los músicos del Titanic: “Eso es coraje, entrega, vocación y honor”. Ella misma se confesó nerviosa y emocionada al señalar que recibía al premio con pudor: “La manzanita enmascarada no es para la persona que se le otorga, sino para todos esos miles y miles de oficiantes de las artes escénicas desde siempre y por los siglos de los siglos. Ahí seguiremos”. La dramaturga se declaraba así miembro de una estirpe anterior a ella –es hija de actores y ahijada de Margarita Xirgu– y que pervivirá en el futuro, a pesar de todas las dificultades, porque es inextinguible.

 

Desde Olvida los tambores. Una biografía

Ana Diosdado_Imanol AriasLa dramaturga Ana Isabel Álvarez-Diosdado Gisbert nació en Buenos Aires en 1938 y tiene la doble nacionalidad argentina-española. Hija de actores y ahijada de la actriz Margarita Xirgu, debutó en el mundo de la interpretación con tan solo cinco años, pero su vocación literaria era más fuerte. Tras publicar  En cualquier lugar, no importa cuándo en 1965, con la que fue finalista al Premio Planeta, en 1970, se reveló como autora dramática con su primera obra Olvida los tambores, con la que ganó el Premio Maite y el Foro Teatral.

En 1972 estrenó El Okapi y en 1973 logró el Premio Fastenrath de la Real Academia Española (RAE) con Usted también podrá disfrutar de ella, por la innovación en el lenguaje de los personajes. En 1974 estrenó su drama histórico Si hubiese buen señor con el título de Los Comuneros en el Teatro María Guerrero de Madrid y, dos años después, abordó su primera experiencia en la dirección de escena con Y de Cachemira chales en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.

En 1986 escribió la novela Los ochenta son nuestros y en 1988 estrenaría su versión teatral. El texto, un retrato de la sociedad española en la época de la transición, tuvo una gran repercusión. En España la dirigió Jesús Puente mientras que en Argentina –Los noventa son nuestros-, sería Carlos Gandolfo. El pasado 2010 el director Antonio del Real la volvió a llevar a escena en diferentes ciudades de nuestro país cosechando de nuevo un éxito de público.

Ana Diosdado es autora también de Cristal de bohemia (1994) Decíamos ayer (1997) y El chico del violín -estrenada con el título comercial de La última aventura– (1999), entre otros textos dramáticos. A lo largo de su trayectoria ha acometido la adaptación de obras de grandes nombres de autores extranjeros como Peter Ustinov, Henrik Ibsen, Tennessee Williams u Oscar Wilde.

En 2005 volvió a subirse a un escenario para representar el monólogo Óscar o la felicidad de existir, adaptación de un texto de Eric-Emmanuel Schmitt. Entre sus proyectos actuales está escribir una obra sobre Margarita Xirgu y una novela sobre Juana de Arco. Recientemente, Patricia O’ Connor ha adaptado Usted también podrá disfrutar de ella, que ha dirigido Sam Walters en Londres, una muestra más de que sus obras están muy presentes para sus contemporáneos.

En televisión ha sido guionista de tres exitosas series: Juan y Manuela (1974), Anillos de oro (1983) y Segunda enseñanza (1986), en los tres casos como actriz principal. Anillos de oro recibió varios premios en España y en Latinoamérica y Segunda enseñanza fue seleccionada en Estados Unidos como una de las diez mejores series extranjeras del año. Además del Maite, el Foro Teatral y el Fastenrath, ha recibido el Fotograma de Plata, el Mar del Plata y la Medalla de Oro de Valladolid. Colaboradora habitual en diferentes medios como Diario 16 o ABC, ha sido la única mujer que ha ocupado el cargo de presidenta de la SGAE, que desempeñó desde 2001 hasta 2007.