Al crearse el Museum Berggruen en el barrio de Charlottenburg, como parte de la Neue Nationalgalerie de Berlín, Berggruen vio cumplida su aspiración no sólo de conservar la mayor parte de sus obras juntas para la posteridad, sino también de poder compartir su colección con el gran público. En cierto modo, se trata de un caso análogo al protagonizado en Madrid por el barón Thyssen-Bornemisza una década antes.

Con motivo de la renovación de su edificio, el Berggruen viene organizando desde 2022 una serie de exposiciones internacionales en Asia y, más recientemente, en Europa, para mostrar diferentes propuestas de lo más destacado de su colección. En el caso de la presentación en el Thyssen, el discurso expositivo plantea un diálogo visual e intelectual entre sus dos artistas favoritos: Pablo Picasso (Málaga, 1881-Mougins, Francia, 1973) y Paul Klee (Münchenbuchsee, 1879-Muralto, 1940).

Experimentación

Es cierto que Picasso y Klee no pueden ser más opuestos. Pertenecían a dos mundos muy diferentes y poseían dos personalidades antitéticas, pero también compartieron ciertos repertorios temáticos, un mismo espíritu de experimentación, una análoga estrategia reductora y deformadora que los llevó a dislocar formas y cuerpos, tanto por medio de la geometría como por la mutación orgánica, y, además, un similar sarcasmo para utilizar el arte como arma de transgresión.

En buena medida, sus dos fórmulas –antagónicas, pero igual de revolucionarias–, que los llevaron a destruir la realidad a través de un lenguaje plástico de enorme radicalidad, transformaron para siempre el modo de mirar y de acercarse al mundo del hombre contemporáneo.

Comisariada por Paloma Alarcó, jefa de conservación de Pintura Moderna del Thyssen, y Gabriel Montua, director del Museum Berggruen, la exposición se divide en cuatro secciones con los temas y géneros que interesaron a los dos artistas y en los que sus creaciones se entrelazan de maneras sugerentes e inesperadas: Retratos y máscaras, Lugares, Objetos y Arlequines y desnudos. En cada una de ellas, además, se incluyen obras de la colección del Museo Thyssen, algunas de ellas pertenecientes a Berggruen en el pasado, que evidencian al mismo tiempo los lazos que unieron a los artistas y a ambos coleccionistas.


Esta exposición cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid.

Radicalidad

Picasso, más terrenal, excesivo, meridional y sensual, y Klee, más introspectivo, nórdico, espiritual e intelectual, poseían personalidades muy opuestas. A pesar de ello, mostraron interés el uno por el otro y tanto sus procesos creativos como sus obras guardan semejanzas en muchos aspectos. Les une el espíritu de experimentación, la facilidad para el dibujo, el interés por los mismos géneros y temas, la inclinación por la sátira y el sarcasmo como medio de transgresión y la deformación de las formas y el cuerpo humano. A través de un lenguaje plástico cargado de radicalidad, contribuyeron a transformar la manera de mirar y acercarse al mundo, dejando una profunda impronta en el desarrollo del arte contemporáneo.