Todo ello se hace vinculando directamente al pueblo alemán, cómplice por omisión, que en todo momento pudo contemplar cómo se cometían los crímenes nazis. Más de 600 objetos, entre ellos 400 fotografías, numeroso material audiovisual y de prensa, propaganda, uniformes militares y decenas de símbolos, se exponen en una superficie de más de 1.000 metros cuadrados desde la que se intenta arrojar luz sobre un tema que en Alemania, más de 60 años después de la última gran guerra, sigue formando parte de la vida política y cultural.
De golpista a líder máximo
Tres enormes retratos del sanguinario dictador dan la bienvenida al visitante a la muestra. El primero muestra a un Hitler en sus comienzos, el segundo al ‘Führer’ como líder máximo y el tercero, una calavera que sólo deja ver los millones de crímenes cometidos. Los retratos marcan los tres apartados en los que se divide la exposición, que por orden cronológico aborda el fallido golpe de Estado que Hitler llevó a cabo en 1923, su subida al poder en 1933, el Estado que creó y la sociedad que lo pobló, la dura persecución de los grupos «no afines», la guerra de exterminio y el país que dejó, todo, desde el punto de vista de la sociedad alemana.
«Con Hitler no hemos terminado de ninguna manera», se lee en uno de los últimos carteles de la exposición, en el que se lamenta también que durante décadas los alemanes guardaran silencio para pasar capítulo y sólo responsabilizaran de lo sucedido al dictador y a los más altos jerarcas nazis, en vez de a la sociedad alemana en su conjunto.
Berlín. Hitler y los alemanes. Comunidad y Crímenes. Museo Histórico Alemán.
Del 15 de octubre de 2010 al 6 de febrero de 2011.