Esta actividad, que tendrá lugar los viernes 19 y 26 de octubre y 16, 23 y 30 de noviembre, dará a conocer la indumentaria de ese creativo y renovador periodo, origen del arte moderno, en el que desarrolló su actividad artística Klimt, uno de los máximos representantes del Modernismo vienés.

 

Epicentro cultural

A comienzos del siglo XX, Viena experimentaba una enorme concentración de cultura en todos los ámbitos: en la literatura, las artes, la arquitectura, la música… se abrieron nuevos horizontes a un ritmo desconocido. En este ambiente propicio, Klimt revolucionó la pintura; sus cuadros, ornamentados en oro, se cuentan actualmente entre los más cotizados del mundo y sus excepcionales retratos documentan el auge de la burguesía de la época.

En 1910, con sus dos millones de habitantes, Viena era la quinta ciudad más grande del mundo y el centro cultural indiscutible de Europa central. Gustav Klimt compendió en su pintura los conocimientos y la evolución del arte y la ciencia de un tiempo convertido en un punto de partida impetuoso. En el plano artístico, su obra refleja el camino que se recorrió desde el comienzo de “la época de la Ringstrasse” hasta los inicios de la abstracción.

La «Secesión de Viena»

Influido por Hans Makart, el principal pintor vienés de finales del siglo XIX, Klimt obtuvo junto con su hermano Ernst y Franz Matsch el encargo de decorar algunos de los grandes edificios de la calle Ring, que rodea el centro de Viena. Decoraron, por ejemplo, las escaleras principales del Kunshistorisches Museum y del Burgtheater. La creación posterior de Klimt y el estilo que fue desarrollando en años posteriores prepararon a su vez el camino a sus contemporáneos más jóvenes, Egon Schiele y Oskar Kokoschka.

Todavía hoy se sienten las consecuencias de la decisión tomada por Klimt y sus colegas artistas en 1897 de fundar un nuevo movimiento de artistas, la «Secesión de Viena» (Sezessionsstil), para protestar contra una concepción del arte ya superada. La nueva casa de exposiciones construida en 1898 por Joseph Maria Olbrich, un discípulo de Otto Wagner, luce el significativo lema de «A cada tiempo su arte, al arte, su libertad».

Arte total

Klimt creó para este edificio el Friso de Beethoven, e incluso presentó en 1897 dos bocetos para el revolucionario edificio que se quería construir en el centro de Viena. El de la Secesión es hoy uno de los edificios de estilo modernista más originales de Europa. Uno de los cofundadores del movimiento fue el arquitecto Josef Hoffmann. Con el palacio Stoclet de Bruselas, estos artistas crearon juntos la más importante obra de arte total de estilo modernista del mundo.

Klimt influyó también de manera decisiva en la Wiener Werkstätte, que Hoffmann y Kolo Moser fundaron en 1903, y que fue trascendental para el nuevo rumbo que tomó el diseño. Los testimonios de la creatividad de estos artistas y sus contemporáneos se encuentran en Viena no solo en los museos y en las colecciones, la ciudad entera lleva su sello.

Icono del siglo XX

También la estructura social experimentó cambios dramáticos en la transición del siglo XIX al XX. Los cuadros de mujeres que pintó Klimt ayudan a comprender el avance de una burguesía que iba adquiriendo conciencia propia de su importancia. Con el retrato de Sonja Knips, que pintó en 1898, se convirtió en el retratista de la burguesía acomodada de Viena.

Sus obras, como los retratos que pintó de Fritza Riedler o de Adele Bloch-Bauer, fascinan hoy más que nunca, al igual que el de su compañera de tantos años, Emilie Flöge. El modernismo vienés comenzó su declive en 1914, al estallar la Primera Guerra Mundial. Con su fin, en 1918, una era tocaba a su fin: Gustav Klimt, Otto Wagner, Kolo Moser y Egon Schiele murieron el mismo año y con ellos murió el ambiente renovador que hizo del penúltimo fin de siglo algo tan especial.

Formulario de inscripción

Información: 91 550 47 00, Ext. 4744 (lunes – viernes / 10.00 – 14.00 h.)

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