Se trata de un viaje que vira desde una capacidad intuitiva general plasmada en la heterogeneidad de los soportes que utiliza como medios afines a un mismo sentir sobre el arte y una particular mirada sobre el tiempo y sus transformaciones que nunca acaba de posarse, trascendiendo, en numerosas ocasiones, las propias fronteras de la creación. Prueba de ello son las incursiones que realiza, no sin cierta condición de reconocimiento y regeneración continua, por el vídeo, la fotografía o la instalación, volviendo siempre a la pintura como eje dinamizador de su actividad.

Su condición queda reforzada por una sólida formación en la que alterna la teoría y la práctica a través de numerosos talleres con destacadas figuras de la creación contemporánea, siempre dentro de una coherencia acertada y directa.

Marín utiliza el soporte pictórico y sus  sucesivas ramificaciones conceptuales como medio expresivo que dirige su búsqueda hacia el sentido de la pintura.

Málaga. Dog eat dog. Galería Javier Marín.
Hasta el 21 de marzo de 2009.