Descendiendo hacia la ignota belleza del mundo

Ganadora del Premio del Jurado en el último Festival de Venecia, Il buco bebe de ámbitos diversos, como el documental, el drama, el cine de aventuras o el reportaje científico, para dejar en la pantalla un cautivador relato que flirtea con lo místico. Y es así porque asistimos a una peculiar travesía a las profundidades ignotas de la naturaleza, al tiempo que plantea el íntimo reto que conlleva cualquier viaje interior del ser humano.

La película comienza con imágenes de la construcción durante el boom económico de los años 60 del edificio más alto de Europa en el próspero norte de Italia. Y da un salto hacia el otro extremo del país en donde unos jóvenes y decididos espeleólogos exploran en el intacto interior de Calabria las profundidades de una cueva que parece no tener fondo.

Pero lo tiene y a 700 metros bajo tierra alcanzan el punto más hondo del Abismo de Bifurto. La aventura de los intrusos pasa desapercibida para los habitantes de un pequeño pueblo vecino, pero no para el viejo pastor de la meseta del Pollino, cuya vida solitaria comienza a entrelazarse con el viaje del arriesgado grupo.

Con la participación de un director de fotografía del prestigio y experiencia de Renato Berta, colaborador, entre otros, de Jean Luc Godard, Amos Gitäi y Alain Resnais, el cineasta y arquitecto Michelangelo Frammartino construye un filme limpio marcado por imágenes deslumbrantes que logran que el espectador se sienta parte del grupo de aquellos exploradores que, desafiando el enigma de las profundidades, descubren y muestran el insólito interior de este mundo.

Respecto al origen de ésta, su tercera película, el realizador señala: “En enero de 2007, el alcalde del pueblo calabrés donde estaba rodando Le quattro volte me llevó a dar una vuelta por la meseta del Pollino. ¡Tienes que ver las maravillas de estas montañas!, me dijo. Me llevó a una sima en la que se veía un escaso corte en el suelo. Me quedé perplejo, decepcionado. El alcalde, en cambio, entusiasmado y orgulloso, lanzó una gran piedra a ese vacío. Se la tragó la oscuridad. El fondo era tan profundo que no se podía ver ni oír nada. Esa desaparición, esa falta de respuesta, me produjo una emoción muy fuerte. Ese extraño lugar se me quedó grabado, llamándome a volver allí años después, para cuestionarlo y crear un proyecto dentro de la silenciosa negrura de aquel abismo. Así nació el proyecto de Il buco”.

Un filme que, al margen de la belleza de sus imágenes, plantea una profunda reflexión sobre la irrefrenable curiosidad del ser humano y la capacidad que la naturaleza alberga para sorprendernos.