Matador Records es uno de los sellos más reputados del indie-rock estadounidense. Pavement, Yo La Tengo, Sleater-Kinney, Modest Mouse y una larga lista de bandas conformaron el sonido independiente de guitarras de los 90 y los 2000s. 

En «Childhood’s End», perteneciente al disco «Impersonator» (2013) de Magical Cloudz, no hay ninguna guitarra distorsionada, ni bajo ni batería. Un sintetizador camina al paso de potentes beats electrónicos acompañados de arreglos de cuerda. Sin embargo, la canción rezuma la esencia de esa tradición indie de emoción pura en parajes fríos. La puesta en escena minimal planteada por Matthew Otto Kolaitis, deja todo el espacio para el barítono Devon Welsh, que realiza una dramática y emocionantísima interpretación de canto en el que cabe religión, muerte y familia.

Define la década porque «Childhood’s End» es una brillante exposición del cada vez más frecuente apropiacionismo de la electrónica en el indie. Pero si es deslumbrante no es por su formato, no especialmente novedoso, sino por el talento vocal de un Welsh en estado de gracia. Una melodramática balada a flor de piel que demuestra el poder de la lírica y la épica electrónica. Un elemento, el electrónico, que no deshumaniza sino todo lo contrario, toca el alma.