Ridgewood, New Jersey, es el pueblo en el que se formó Real Estate; curiosamente está muy cerca de Paterson, el escenario de la película homónima de Jim Jarmush sobre poesía y cotidianidad. El segundo álbum de la banda, «Days» (2011) parte de la misma premisa, de la belleza de lo mundano, de nombres tallados en árboles y hojas presionadas por los pasos.

La banda comenzó a gestarse en el instituto del pueblo, cuando el interés común por grupos como Weezer, Built to Spill o Pavement unieron a Martin Courtney y compañía. Sus pretensiones no fueron más allá de emular a sus ídolos y de hablar de realidades ordinarias, pero en este ejercicio consiguieron pulir el indie rock para dejarlo brillante, limpio e inmaculado. «It’s Real» es un tema soleado y poptimista; es alegría de estar vivo y de haber vivido.

Define la década porque discos como «Days» demuestran que el indie rock no tiene por qué mutar para avanzar, sino mantenerse fuerte en sus convinciones y limar sus asperezas, dejando temas luminosos como «It’s Real». Real Estate son como un amigo de la infancia al que no le pides más que compañía, empatía y recuerdos; aunque ellos no lo han logrado con años de convivencia contigo, sino con guitarras cristalinas, melodías melancólicas y pop veraniego.