Rustie – «Ultra Thizz» (2011)
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Rustie – «Ultra Thizz» (2011)

A principios de los 2010s la escena de la electrónica underground tenía una crisis de identidad. El EDM cliché triunfaba en las listas de éxitos y el dubstep parecía dar sus últimos coletazos. La sociedad y la tecnología habían cambiado mucho desde finales de los 80 y principios de los 90, pero fueron años tan frenéticos que parecieron agotar los recursos rítmicos y sónicos. Sólo había dos formas de avanzar, volver a lo de antes o huir hacia delante. Rustie eligió las dos vías y seguramente alguna más.

 

Russell Whyte había sido rockero, ravero, hiphopero y amante de los videojuegos. No empezó hasta la veintena a producir electrónica como Rustie porque, básicamente, salía mucho de fiesta. Se percató del empobrecimiento de nuevas ideas para la música de baile por lo que fue a los vertederos y a los mercadillos, a los rastros y a los desgüaces, y creó «Glass Swords» (2011) un batiburrillo de sonidos baratos que al unirlos producían música maximalista. Ritmos epilépticos, melodías esquizofrénicas; rock progresivo y virtuoso aplicado al electro, todo con un punto kitsch. «Ultra Thizz» es un videojuego futurista para niños con TDAH; Daft Punk con LSD y anfetas. Y con MDMA, claro, que Thizz en argot alude al éxtasis, el abono del que se nutre la escena rave. 

 

Define la década porque Rustie es puro sonido 2010s. Su álbum de debut es música multi-task, hiper-tecnológica y ultra-procesada. En una sociedad perdida ante tanta información y con cada vez menos capacidad de atención, Rustie ofrece piezas estimulantes y alucinógenas, que no permiten descansar a la mente. Whyte, que creó música demente y lunática, terminó cancelando la gira de su tercer disco en 2015 por problemas de salud mental y adicción, permaneciendo en la sombra durante toda la segunda parte de la década.

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