La década de los 2000s se cerró con «Romancero» (2009), en la que Ana Fernández-Villaverde (La Bien Querida) acompañada de David Fernández (La Estrella de David) deslumbraban el panorama indie con un repertorio tan deudor de Los Planetas como de las fiestas populares nacionales. Una cosmovisión desprejuiciada que reformulaba la música tradicional española y que se volvió tendencia en los 2010s.

La pintora bilbaína ha demostrado sentido y sensibilidad a la hora de componer su cancionero y ha ido ensanchando su sonido al tiempo que se empapaba de toda escucha. En su cuarto disco «Premeditación, Nocturnidad y Alevosía» (2015) los influjos están tanto en el synth-pop, el ambient o la rumba; una paleta sonora variopinta que aún así guarda completa coherencia estética. «Muero de amor», la canción que cierra el disco de manera épica, es un vals con sintetizadores marcianos y con un estribillo que valdría para los grandes de la canción melódica española del s. XX. Es un alegato hipersentimental que podría haber sido frágil pero que La Bien Querida defiende con fuerza entre violines, sintes y tambores. 

Define la década porque a lo largo de estos 2010s La Bien Querida ha pasado de reina indie a ser una figura clave del pop en español en general. Por ello series como “Paquita Salas“, “Vidas Perfectas” o “La Casa de las Flores” han contado con sus canciones para sus bandas sonoras y, ya en 2020, «Dinamita» se cantó en OT y «Muero de amor» fue la canción de la lotería de San Valentín. La Bien Querida forma parte ya del acervo popular nacional, ese que le nutrió y ahora ella alimenta.