Quien haya tenido la temeridad de acercarse a un concierto de Swans, habrá sentido el poder chamánico de la música. Sus largos bucles de riffs para entrar en trance y su invocación de algo más grande a través de la electricidad. Magia negra que nos muestra el reverso tenebroso, nuestros temores más primarios como, por ejemplo, quedarse sin oxígeno. 

El grupo de Michael Gira ayudó a expandir el sonido del rock underground de los 80 con sus experimentos con el ruido y la música industrial. Tras 14 años de parón, los neoyorquinos resucitaron en los 2010s para ofrecer una serie de discos de fascinante oscuridad. El tercero de esta última hornada, «To Be Kind» (2014) contenía «Oxygen», una canción inspirada en un ataque de asma del propio Gira. Un riff obsesivo nos acompaña en este crescendo ruidista de gritos y saxofones, una llamada de socorro y de rabia, que habla de lo más básico, respirar, pero como una necesidad absolutamente animal. 

Define la década porque el segundo advenimiento de Swans ha sido una de las tormentas eléctricas más sonadas de los 2010s. Mientras sus contemporáneos hablan de la realidad más prosaica y de stories de Instagram, Gira y sus compadres van al tuétano de la existencia, a los bronquiolos de la inspiración. «Oxygen» muestra el instinto de supervivencia de Swans que, tras más de 40 años en la música, consiguieron su primer top 40 en USA y UK.