Así, el jueves 4 de febrero, el historiador Serge Gruzinski analizará cómo nuestra modernidad nace en los confines de la dominación ibérica, en América, Asia y África, en el enfrentamiento entre sistemas de creencias, instituciones, economías y experiencias de vida. De ahí la necesidad de considerar el mundo ibérico como un todo y de buscar nuestro presente en los espacios abiertos por la expansión ibérica y las reacciones que ésta provocó en las cuatro partes del mundo. Por otra parte, al día siguiente, el profesor Alberto Moreiras conversará con Alberto Corsín sobre la modernidad y la noción de explotación, la relación entre la idea de imperio y la acumulación originaria, y las intersecciones des/proporcionadas entre modernidad y acumulación.

Este seminario forma parte del proyecto de exposición Principio Potosí, una de las principales propuestas del Museo Reina Sofía para este año 2010, que está siendo desarrollado por un equipo internacional de artistas e investigadores (Alice Creisher, Max Jorge Hinderer, Silvia y Andreas Siekmann) y que itinerará posteriormente a Berlín y a La Paz.

Riqueza bruta

La tesis principal del proyecto Principio Potosí sostiene que la modernidad no tiene su origen y fundamento en el racionalismo y la Ilustración, sino en el proceso de expansión y explotación iniciado en el siglo XVI con el descubrimiento de riqueza bruta en territorio colonial. Un proceso de colonización que todavía no ha concluido. Para los comisarios, las condiciones de la producción artística y la función que adopta el arte actual de legitimar a las nuevas elites de la globalización, tienen conexiones y paralelismos claros con la función ideológica de la pintura colonial.

La Villa Imperial de Potosí era el núcleo financiero que sustentaba la producción artística/producción de imágenes en la región andina, una de las ciudades más grandes del mundo a comienzos de la Edad Moderna, producción que es inseparable del trabajo en las minas y las consecuencias más negativas de la colonización.

Más que el París de la Revolución Francesa o el Londres de la Revolución Industrial, el Potosí de los siglos XVI-XVIII, en su concentración de capital y la maquinaria de producción de hegemonía, marca un paradigma de la modernidad globalizada.