Sus obras esculpen la luz y se redefinen cada vez que son expuestas en un espacio distinto al integrarse con la arquitectura. Tal y como lo describe la crítica y comisaria Tiffany Bell, «al colocar estratégicamente las luces fluorescentes, Dan Flavin era capaz de transformar la percepción del espectador sobre cualquier espacio y otorgarle una experiencia nueva y dinámica».

Dan Flavin (Nueva York, 1933-1996) está considerado como uno de los artistas plásticos más importantes de la segunda mitad del siglo XX. Con una trayectoria personal muy diversa, que le llevó, por ejemplo, a pasar por el seminario de Brooklyn y por las fuerzas aéreas estadounidenses, pudo dedicarse al arte a partir de finales de los años cincuenta, pero su trayectoria previa fue determinante ya que «su obra, basada en atmósferas cromáticas de intensa resonancia mística, resuelve en una solución revolucionaria las inquietudes religiosas que marcaron la formación del artista», señala el crítico Fernando Huici.

Atmósferas cromáticas

Su primera exposición de piezas realizadas utilizando luces fluorescentes tuvo lugar en 1964 en la Green Gallery (Milwaukee, EE.UU.). Desde entonces, su obra ha sido expuesta en galerías y museos de relevancia internacional, como el Kunstmuseum y el Kunsthalle de Basilea, el Museum of Contemporary Art de Los Ángeles, el Musée d’Art Moderne de la Ville de Paris o la Fundación Proa de Buenos Aires, así como en la National Gallery of Canada, en Ottawa, donde en 1969 se realizó la primera retrospectiva de su obra.

A lo largo de su carrera realizó más de 750 esculturas de luz, algunas de las cuales se han exhibido a modo de instalaciones permanentes integradas en la arquitectura de edificios e instituciones como la Grand Central Station o el lobby del edificio MetroTech Center en Nueva York, la fachada del Museo Hamburger Bahnhof de Berlín (1996), los seis edificios de la Chinati Foundation en Marfa, Texas, o incluso la iglesia de Santa Maria Annunciata en Chiesa Rossa, Milán.