En 2012 pudo verse en Matadero Madrid la instalación Prohibido cantar, en la que Colomer interpretaba de manera muy libre elementos surgidos del Mahagonny de Bertold Brecht, de la fundación de Las Vegas así como de los proyectos fallidos de macro-ciudades-casino, con leyes propias, de la España del siglo XXI.

En El porvenir -como en Prohibido cantar– reina de nuevo un viento desaforado, esta vez en un paisaje habitado por espejismos. Un grupo muy heterogéneo -hombres y mujeres de todas las edades hablando distintas lenguas- avanza hacia la cámara portando una pancarta donde está escrito «l’avenir», que hace a su vez oficio de título en movimiento y vemos después como esos personajes transportan los módulos de un edificio.

Al final del recorrido y después de la celebración de un banquete festivo, los pioneros se deciden a fundar, mediante un modelo a escala, un edificio monumental, parecido a un palacio. La situación final, que reúne la pancarta y los módulos de la maqueta, reconstituye la única imagen conocida de un «falansterio», el proyecto arquitectónico que culminaba las propuestas de Charles Fourier, uno de los grandes filósofos utópicos.

En el vídeo l’Avenir, rodado en el delta del Ebro, Colomer presenta una versión de esa utopía con caras concretas, gestos y situaciones detalladas y algo de humor absurdo.

Falansterio-palacio

El dibujo el porvenir hace referencia igualmente a la imagen de un falansterio-palacio, que promovía el proyecto de los falansterios, obra de Victor Considerant y que Colomer ha intervenido ligeramente, en el título y desplazando elementos del edificio.

En la segunda sala se reúnen trabajos diversos en distintos soportes -cárteles, vídeo, fotografía- que comparten su referencia al espacio de las azoteas, señalado aquí como un lugar privilegiado para la acción.

La serie de 24 carteles crier sur les toits (literalmente «gritar en los tejados») convocan a una fiesta a escala mundial, que tiene lugar el 7 de abril, y actúan como una invitación a subir a las azoteas individualmente para gritar lo que uno quiera.

Según Colomer, estos espacios son «huérfanos», su estatuto parece suspendido, y cabe percibirlos como lugares de la heterotopía, es decir lugares donde cabe una actividad utópica precisa, actual. En las ciudades contemporáneas, la azotea plana, elemento formal propio de la arquitectura moderna, sigue presente pero ha sido desprendida del uso social que caracterizaba sus orígenes.

Recorriendo las azoteas

Dos vídeos, realizados recientemente en Tetuán (Marruecos), presentan al propio artista recorriendo las azoteas de la antigua Medina. En los países del Oriente Medio o del Magreb el espacio de las azoteas sigue siendo accesible y activo.

En Medina-Parkour, de forma más o menos gimnástica o burlesca, se evoca la práctica del «Parkour» (más propio de los extrarradios europeos) siguiendo el modelo de movimientos de los gatos y los niños, los habituales de esa ciudad en las alturas. Saltando literalmente los muros que delimitan propiedades y territorios, estos quedan desdibujados y confusos y se cuestionan de este modo los límites entre la privacidad doméstica y el espacio público. En Medina (zapatos de Tetuán), una montaña de zapatos aparece y desaparece dialogando con el perfil de la ciudad.

Por últiimo, en El mapa de Estambul / The Istanbul map, un personaje femenino (Anita Tocopilla), encaramada en lo alto de un edificio, parece estar comprobando la veracidad de las informaciones representadas en un mapa. A su alrededor rascacielos de cristal y torres de oficinas recién construidas quizás no tienen traslación en el papel que la mujer escruta concienzudamente. La ciudad es un lugar en constante transformación y el mapa no siempre coincide con ella, así como la imagen estereotipada de Estambul no coincide con una ciudad convulsionada por transformaciones urbanas de gran escala.