En la serie Cabezonas, «lo ingenuo y lo absurdo se cruzan», explica la artista. «Son dibujos furtivos, rabiosos emborronados, de trazos rotos que flirtean con los límites del papel en gesto amplio, de tránsito y al mismo tiempo contenido, bloqueado en su intento de contar». En estas obras se forman rostros, máscaras y figuras híbridas que abordan la cuestión de la fragilidad, pero tratada con trazos duros y cortes.

Los dibujos de Talayero se plantean como algo precario y directo. «En mi práctica de trabajo, el dibujo y la pintura son lo mismo: dibujo pintando», detalla. «Grafitos, tintas, óleos y papel son el punto de partida, pero es el gesto de colisión del montaje –inmediato y no previsto– el que decide la imagen».

Las superficies de papel recogen el movimiento del cuerpo implicado en la acción de dibujar. De esta forma, Talayero amplía y expande la noción de técnica que se convierte en gestualidad, disfrute y escena. Para esta artista, «las imágenes son campos de batalla, flujos emotivos que quieren ir más allá de sí mismos para activarse en los demás».