Como explica el coordinador de la muestra, Javier Díaz-Guardiola, este título enigmático da nombre a un «condado apócrifo» en el que el escritor estadounidense William Faulkner (1897-1962) situaba la mayor parte de sus novelas. Yoknapatawpha significa ‘tierra dividida’ en la lengua de los indios Chickasaw (los rebeldes), una tribu considerada civilizada por los colonos europeos norteamericanos.

En su trabajo, la artista propone un mundo que es una tierra dividida entre lo real y lo ficticio, en donde los tiempos son otros. Un lugar, según sus palabras «incompleto, expansivo y cambiante; atemporal y arrebatado». Gracia utiliza imágenes de los medios y las transforma desde un imaginario neocolonial, mezclando lo exótico y lo oculto con lo doméstico.

Fuga del momento actual

«Nuestra naturaleza domesticada se establece en un trasfondo en el que salvajes contemporáneos se despliegan como protagonistas», explica Blanca Gracia. Cada una de sus piezas es una fuga del momento actual, un culto al escapismo, a la búsqueda de utopías en resquicios del sistema, dando la espalda a la vida cívica.

A través de dibujos, animaciones y máquinas caseras, Blanca Gracia hace confluir antropologías descabelladas, exploradores de mundos seudoficticios y expediciones lunáticas. Sin embargo, todo posee un cierto trasfondo del mundo contemporáneo, que se entrevé en alusiones a conflictos actuales, estructuras sociales o a través de textos que hacen que el espectador mire, con otros ojos, imágenes aparentemente amables.

Blanca Gracia. Batalla.

Blanca Gracia. Batalla.