La obra pictórica de Gao Xingjian nace de una personal fusión de las culturas de Oriente y Occidente. Su pintura se caracteriza por el uso casi dominante de materiales de tradición china –papel de arroz, tinta y pinceles chinos–, pero la técnica se revela totalmente moderna. De su estudio del arte moderno occidental, Gao ha apreciado siempre la importancia del acto físico de la pintura, la indagación en la materia pictórica y en especial la autonomía del lenguaje de la pintura.

Sus pinturas nacen de la complejidad de la existencia, del desasosiego, la soledad y la espiritualidad intrínsecos al ser humano de los que el autor corrobora la imposibilidad de ser explicados. De ahí por qué su búsqueda se orienta a intentar expresarlos a través de la tinta. Esto convierte sus pinturas en evocadores paisajes interiores que emergen de formas abstractas y que sólo a través del espectador encuentran su definición.

Si existe algo que Gao valore por encima de todo es la libertad del individuo, lo único que le permite la desalienación y distinción respecto de la masa. Y es precisamente cuando el espectador ejerce su derecho al juicio estético, que éste puede sentir y comprender desde su propia subjetividad lo que el artista proyecta en sus pinturas.

La exposición acoge, además de sus tintas, el tercer filme dirigido por el artista, Le Deuil de la Beaute (Luto por la belleza), y, por primera vez al público, una selección de 42 fotografías, todas ellas escenas de su última película.

Figura polifacética

Gao Xingjian es una figura polifacética. Ha ejercido como escritor de novela, poeta, director de teatro y dramaturgo, autor de ópera, crítico de arte y de literatura, así como también artista plástico. Tras estudiar francés en Pekín, trabajó como traductor y a continuación, como guionista en el Teatro Popular de las Artes de Pekín. El estreno de sus obras de teatro La señal de alarma (1982) y La estación de autobús (1983) motivó que las autoridades chinas decidieran limitar su libertad de expresión acusándolo de contaminación cultural para que en 1986 su obra fuese finalmente prohibida.

Gao decidió entonces exiliarse en París, donde reside desde 1987 y donde obtuvo la ciudadanía en 1997. Fue en su país de acogida donde publicó, entre otras, La montaña del alma (1990), la novela que acabó de consagrarlo como escritor, previa a la obtención del Premio Nobel de Literatura en 2000, siendo el primer escritor chino en lograrlo.

Hoy es una de las figuras fundamentales de las letras chinas, pero su faceta de pintor, de dilatada trayectoria, es aún poco conocida para el gran público. Esta faceta ha sido reconocida por la crítica internacional, y desde 1985 ha expuesto con regularidad en diferentes localizaciones de Europa, Estados Unidos y Asia, además de formar parte de importantes colecciones alrededor del mundo; entre dichas exposiciones cabe citar su presentación en 2002 en el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.

Gao Xingjian acostumbra a decir que sus pinturas empiezan donde sus palabras no llegan. Y es que si bien su actividad como pintor y escritor se ha desarrollado de forma paralela y es fruto de una misma dedicación, y a pesar de que la literatura y el arte son fuentes de inspiración recíproca en su obra, no hay lugar para las palabras en sus lienzos.