«Hace un tiempo, en una librería de viejo de París, encontré una revista sobre jazz. Ojeándola descubrí un artículo que me llamó la atención por su título singular: La biblioteca de Kandinsky«, recuerda Leal. «En él se hablaba sobre la biblioteca perdida del pintor, los volúmenes que conservaba, los que supuestamente influyeron en sus obras, e incluso algunos títulos que ofrecían facetas desconocidas del artista, como por ejemplo su amor por el jazz».

El artista sevillano no llegó a comprar esa revista, pero la idea se agarró a su cabeza. Los detalles se fueron borrando, e incluso llegó a buscar (sin éxito) el artículo por internet. Leal solo recordaba un par de libros descritos y el sugerente título del artículo.

«Lo poco que recordaba no me bastaba, así que me puse a imaginar los libros que el pintor podría tener cerca de él, en esa biblioteca aparentemente caótica y rara que es siempre la biblioteca de un pintor: un libro de fotografías sobre juegos de niños en Tahití, libros de estampas de invernaderos de plantas exóticas, biografías de músicos de jazz…».

Así, entre lo leído y lo imaginado, Leal ha construido su nueva serie, «que gira en torno a los libros imaginados, los paisajes literarios y las líneas que delimitan a unos y otros y que en mi pintura, en esta ocasión, se van a representar mediante el juego de los bordes incluidos en el cuadro o a través de paisajes adaptados ex profeso a marcos y molduras de épocas pasadas».