Alberto Corazón. Bodegón, 2015.

Alberto Corazón. Bodegón, 2015.

El visitante se sumerge en la mesa del artista, la botánica y los bodegones, que son los temas de sus últimas creaciones. Con su característica y ficticia pintura espontánea, las líneas y las pinceladas sueltas, impregnadas de un color apasionado, Corazón logra unas obras de gran contundencia en contrapunto a una sutil y poética naturaleza de matices.

Corazón rememora a Paul Klee, que reclamaba que para la creación artística hay que hacer visible lo que no vemos, «una propuesta que en mí se da con más intensidad cuando dibujo. El dibujo remite a lo esencial, grafito y papel, mineral y vegetal. El grafito se extrae de las rocas y el papel no es sino pulpa vegetal, mejor cuanto más natural es su producción. Pulpa sobre un cedazo que se deja secar al sol. La incomparable sensualidad del surco negro, oleaginoso, sobre la superficie suave de las apelmazadas fibras del algodón o el lino. Nunca dibujo lo que me rodea, sino lo que no veo. El dibujo dispara la conexión neuronal de la memoria y de la mano. Basta con un leve gesto».

Mano, dedos y muñeca

Para Corazón, la pintura necesita que el brazo actúe como la extensión natural del cuerpo. Pero en el dibujo es sólo la mano, dedos y muñeca. La diferencia es levedad e inmediatez. No son posibles los arrepentimientos, las correcciones, las dudas. «El trazo del grafito, en mi caso enérgico, con minas densas y oleaginosas, deja sobre el papel una huella imborrable».

Muchas de sus pinturas están sedimentadas sobre otras pinturas. Como él mismo asegura, «un cuadro fallido puede tener siempre un aprovechamiento, partir de nuevo de un fragmento o, en el caso más extremo, unos suaves brochazos de blanco con lo que el lienzo vuelve a estar disponible con una vibración irreconocible de fondo. Comienzo de nuevo otra pintura pero a partir de una leve memoria, un rumor casi inaudible».

Pero «en el dibujo fallido no hay otra opción que romper el papel, trocearlo con las manos para evitar la tentación, siempre acechante, de otra utilidad. En el gesto de romper el papel encuentro la rabia de la pérdida y la alegría de comenzar de nuevo”.

Alberto Corazón. Mesa del artista, 2016.

Alberto Corazón. Mesa del artista, 2016.