Este grupo de artistas del sur de Francia, a menudo unidos por lazos de amistad, tiene una breve existencia (1969 – 1972) y constituye la última vanguardia del siglo XX en el país vecino. Se trata de un movimiento con entidad propia, al igual que el arte minimal o el conceptual, que va a dar lugar a una abundante producción de textos teóricos que contribuirán a la transformación del pensamiento y de la creación de finales del XX, no solo en el campo del arte, sino también en la filosofía y en la literatura.

A finales de los años 60, Supports-Surfaces no solamente pone en tela de juicio la pintura, sino que revisa también los componentes del cuadro, como el bastidor o la tela. Claude Viallat utilizará telas sin bastidor, y va a sustituir el lienzo por tejidos corrientes, como sábanas, estores, tela de sombrillas o incluso de tiendas de campaña. En ocasiones, también trabaja la superficie por las dos caras mediante un proceso de impregnación y de plegado.

Después de cincuenta años, Viallat sigue con su peculiar estilo, trabaja con las mismas composiciones rítmicas que permiten a cualquier aficionado reconocer su obra, pero ¿qué es lo que queda de los años de Supports-Surfaces en la actualidad en la obra de sus protagonistas?

Según Bernard Ceysson, queda el halo de los momentos más brillantes y más intensos de la vida intelectual de la posguerra, el recuerdo de creer que todo podía cambiar (después de la Segunda Guerra Mundial). Nos queda hoy en esas obras la experiencia de sentir la belleza, aunque les pese a sus autores, una belleza, según André Breton, convulsa, perturbadora, agresiva y, sin embargo, decorativa, que nos muestra la absoluta simplicidad de la forma.

CLAUDE VIALLAT (2017).