A través de fotografías, vídeos, instalaciones y documentos originales, reunidos en primicia para CentroCentro, La cara oculta de la luna revisa lo que el comisario define como “ese ‘otro’ mundo del arte hecho por los artistas”, cuya historia discurre en paralelo a la historia escrita desde las instituciones oficiales.

Linde-Ludeña-Sierra. Sánchez Pacheco 67. El Ojo Atómico, 1993.

Linde-Ludeña-Sierra. Sánchez Pacheco 67. El Ojo Atómico, 1993.

“No existe ningún museo en Madrid que recoja nuestras historias. Por ello hemos querido reunir por primera vez estas obras y ofrecer a propios y extraños la crónica de lo que hicimos, lo que fuimos, lo que vivimos; de lo que pasó en la cara oculta de la Luna de Madrid”, explica Ruiz-Rivas.

La exposición presenta en orden cronológico más de una treintena de proyectos de la escena independiente o auto-organizada. Comienza con Espacio P, precedente en los años 80 y lugar de referencia para la performance, el videoarte y la experimentación, y se adentra en la “sucesión imparable de espacios, festivales, ediciones y formatos de trabajo inclasiflicables” de los 90, “que han dado cauce a lo mejor de nuestro arte”, explica el comisario. “Los artistas de Madrid no disponíamos de espacios de exposición, recursos públicos ni diálogo con las instituciones y el mercado rechazaba las líneas de experimentación que todos queríamos desarrollar –performance, instalación, sitio específico, espacio público…–, por lo que inventamos nuestra propia institucionalidad”.

Revisión de espacios

José Manuel Rodríguez de Córdoba. Cabina. Poisson Soluble, 1984.

José Manuel Rodríguez de Córdoba. Cabina. Poisson Soluble, 1984.

En una visión panorámica de cada proyecto, la exposición repasa nombres como Estrujenbank, primer espacio gestionado por artistas; El Ojo Atómico, primer espacio dedicado a instalaciones de sitio específico en España; o asociaciones históricas como Cruce, con cerca de un cuarto de siglo de recorrido. También revisa iniciativas que “ocuparon para el arte espacios que no son de arte”, como garajes (Garage Pemasa, El Almacén de la Nave), sótanos (Galería Valgamedios), pasajes subterráneos (Galería Mari Boom) o espacios en desuso (Establecimiento, Doméstico). Proyectos que vinculaban artes plásticas y escénicas (Poisson Soluble, Circo Interior Bruto), proyectos de performance y arte de acción (Revista Caminada, Public Art, Acción!MAD, FIARP), de videoarte (Espacio P), o edición (Fast Food, El Perro, La Más Bella), todos impulsados por la innovación artística y comprometidos con la experimentación. El recorrido finaliza en 2003 con la organización del festival MAD.03, creado por AVAM (Artistas Visuales Asociados de Madrid), “un momento efímero de institucionalización de este otro mundo del arte de Madrid”, cuando una nueva generación de artistas iniciaba su propia andadura.

La muestra presenta, además, 10 piezas emblemáticas de aquel momento, que han sido reactivadas por sus autores expresamente para la ocasión. Entre ellas: Cabina, de José Manuel Rodríguez de Córdoba para Poisson Soluble; A.68, de Darya von Berner para Doméstico; Acumulación de sucesiones de bandas de protección de doble onda, de Manuel Ludeña para El Ojo Atómico; Presupuesto 6 euros, una convocatoria de Cabello-Carceller para Off Limits, o Indignadas, de María María Acha-Kutscher para el Antimuseo.

Proyectos presentes

Acción!MAD, Antimuseo, Circo Interior Bruto, Cruce Arte y Pensamiento Contemporáneo, Doméstico, El Almazén de la Nave, El Ojo Atómico, El Perro, Espacio F, Espacio P, Establecimiento, Estrujenbank, Fast Food, FIARP, Galería Mari Boom, Galería Valgamedios, Garage Pemasa, La Hostia Fine Arts, La Más Bella, La Ternura, Legado Social, MAD.03, Off Limits, Poisson Soluble, Public Art, Red de Lavapiés, Revista Caminada, The Art Palace, Window 99 y Zona de Acción Temporal.