El Museo muestra su producción en cinco salas que recorren su obra desde sus comienzos hasta la década de 1990. Más de cuatro décadas que van de la nueva figuración y el informalismo hasta la abstracción geométrica.

Acompañan a los tapices algunos de los bocetos originales realizados para plasmar la idea previa y el inicio del proceso creativo, así como otros fondos documentales, como fotografías del autor tomadas en diferentes etapas de su trayectoria o publicaciones vinculadas a algunas de sus exposiciones.

Descubrimiento

Como tantos jóvenes españoles de los años cincuenta, Luis Garrido emigró en busca de futuro recalando en París, donde practicó múltiples ocupaciones, unas de subsistencia y otras relacionadas con su talento para el dibujo y la ilustración. Un día de 1957, su carácter inquieto y curioso le hizo entrar en una exposición de tapices en Los Gobelinos y, de golpe, se encontró con su futuro.

Este encuentro le llevó a descubrir el arte del tapiz, a formarse en su técnica de una manera metódica y a desarrollar su propio lenguaje. En 1963 viajó a Nueva York donde amplió su formación con Lili Blumenau. A partir de aquí pudo investigar, experimentar con materiales y técnicas y, sobre todo, aunar los procesos de ideación y ejecución, hasta entonces separados. Esto le llevó a prescindir del cartón y convertir el trabajo con el telar en una parte fundamental del propio tapiz.

Dos lenguajes formales

luis garridoGarrido desarrolla en sus obras dos lenguajes formales: el basado en la línea y el dibujo, heredero directo de su formación como estampador, y el lenguaje basado en el volumen y las texturas, a través del uso de diferentes gruesos e hilados y el juego con diferentes materiales como la lana, el yute, el algodón o la seda, esta última utilizada en ocasiones para simular los efectos lumínicos del agua, concediendo a la luz una importancia que hasta ahora no había tenido cabida en el tapiz.

Desde una estética con marcadas referencias a las vanguardias históricas, su lenguaje evoluciona a un estilo sintético, geometrizante y colorista que caracterizaría su obra a partir de los años setenta. Su experimentación técnica le lleva a abandonar el boceto y los cartones previos, y teje directamente, subrayando la geometría natural que resulta del entrecruzamiento de las fibras.

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