Inspirada en la innovadora concepción de «máquina» de los filósofos franceses Guattari y Deleuze, la muestra se distribuye en 17 salas agrupadas en tres espacios temáticos interconectados: Máquinas de guerra, Máquinas esquizo y Máquinas de cine y cuidados.

La exposición se abre con dos espacios donde se ponen en diálogo varias obras que parecen representar máquinas o que evocan de alguna manera imaginarios mecánicos. Es el caso de Tropical Space Proyectos, unos particulares croquis del salvadoreño Simón Vega. A modo de parodia sobre la carrera espacial como la última forma de colonialismo, estos diseños condensan una crítica de la brecha tecnológica entre el primer y el tercer mundo.

A continuación, el visitante puede contemplar la escultura Rádio Voz da Liberdade de Ângela Ferreira, quien rescata una historia olvidada de solidaridad entre la población argelina recién independizada de Francia y la de Portugal, sometida a la dictadura de Salazar. Desde 1962, la RTA argelina colaboró con la radio clandestina lusa para difundir mensajes que desembocaron en la Revolución de los Claveles de 1974. Un buen ejemplo de apoyo a las luchas de liberación europeas desde África, y no al revés.

La siguiente sala está ocupada por una instalación realizada por el artista beninés Georges Adéagbo y lleva por título ¡La Révolution et les révolutions..!. El bricolaje yuxtapone objetos de todo tipo, procedentes de distintas tradiciones, de alta y baja cultura, que dan cuenta tanto de las grandes revoluciones china o cubana como de las pequeñas revoluciones cotidianas.

Máquinas de guerra

Desde los primeros textos de Guattari hasta el Tratado de nomadología: la máquina de guerra, escrito junto a Deleuze en Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia (Editorial Pre-Textos, 1994 [1980]), la “máquina de guerra” se define como previa y exterior al aparato de Estado y, por extensión, contraria a todo lo que se presenta como inmutable o totalizador.

Frente a esta condición “molar” de las lógicas imperialistas o la burocratización de la vida pública surgen multitud de revoluciones “moleculares” como tentativas de acción que, desde lo micropolítico, plantean líneas de fuga hacia modos alternativos de organizar el común. Las conexiones entre las ideologías nacionalistas, el militarismo y la memoria colonial, así como el extractivismo, las migraciones forzosas y las políticas fronterizas, son algunas de las cuestiones vehiculares en esta exposición, abordadas explícitamente por este primer grupo de obras.

Máquinas esquizo

Al descartar la influencia del complejo de Edipo y desvincular al sujeto del ámbito familiar ―propio de la corriente psicoanalítica―, el esquizoanálisis permite situar los malestares contemporáneos en el espacio social y liberar el deseo reprimido de las máquinas deseantes.

En esta línea, este segundo grupo de obras explora la alteración de los estados de la conciencia, rituales animistas minoritarios, modos de comunicación inéditos o especulaciones sobre futuros de ciencia ficción; ideas que atraviesan también de forma transversal toda la muestra.

Máquinas de cine y cuidados

En cuanto al tercero de los ejes articuladores, la intersección de la máquina social con la máquina deseante convierte al cine en rizoma de los procesos de subjetivación, en la medida en que éste es capaz de esquivar y subvertir los regímenes semióticos dominantes. Siguiendo a Deleuze y Guattari en ¿Qué es la filosofía?, el arte propicia un encadenamiento de perceptos y afectos que inducen a pensar la imagen como algo más allá. Esta es la razón por la cual es posible producir películas sin cámaras e, incluso, vislumbrar la hipótesis de un cine de los cuidados o de “un cine que cura”.

En este plano de inmanencia poscinematográfica, un tercer grupo de obras parte del cine como medio no representacional con el objetivo de corporeizar la experiencia del visionado, instaurar comunidades afectivas o tramar formas colectivas de enunciación, siempre en línea con una triple ecología social, mental y medioambiental.

Investigación colaborativa

Para cada uno de estos tres ejes, el Museo ha sostenido desde 2019 un modelo abierto de investigación colaborativa con un equipo compuesto por hasta quince personas con distintos bagajes, que han contribuido con sus propias conclusiones en el proceso.

En las continuidades y discontinuidades de sus ensamblajes, las constelaciones de la investigación y el comisariado confluyen de diversas maneras para funcionar en su conjunto como máquina. Y como tal, Maquinaciones se desborda más allá de los límites físicos de las salas de exposición, generando sinergias con otros proyectos, actividades y publicaciones dentro y fuera del museo.