A lo largo de 10 salas y una galería se exponen obras icónicas de Aranberri junto a otras menos conocidas, y algunas rehechas, no nuevas pero sí diferentes. «La característica principal de esta muestra es que no es tanto una presentación unitaria de los trabajos, sino una activación de obras que jamás se han expuesto unas con otras, nunca en esta disposición y conexión, y como en un libro, un capítulo da lugar al siguiente», explica el artista.

Como algo no calculado, obedeciendo a un proceso interno e inesperado, los conceptos de paisaje, cultura, infraestructura, política, transformación y la huella que todo ello deja a lo largo del tiempo recorren la exposición de este artista cuya obra ya está presente en la Colección del Reina Sofía y que cuenta con un amplio reconocimiento internacional.

El núcleo inicial lo integran las obras más representativas de Aranberri, en las que deja entrever su preocupación constante por la resignificación a través de acciones políticas de lugares, ya sean espacios naturales o construidos por el ser humano, cuya consideración social ha ido disminuyendo y que han sido, en parte, transformados por las necesidades sociales, económicas y políticas del momento.

Naturaleza incompleta

Estas reflexiones se reflejan en propuestas como la realizada en torno al proyecto inconcluso de la central nuclear de Lemóniz; Exercises on the North Side [Ejercicios en el lado norte, 2007], un montaje en 16 milímetros en torno al cine de montaña como género en sí mismo; su investigación sobre la relación entre la modificación de los paisajes y los poderes políticos y económicos que pone de manifiesto en obras como Política hidráulica (2004-2010), o su acción en 2007 de bloquear el acceso a una cueva natural de Iritegui en Oñati.

Este cuerpo de trabajos se caracteriza por su naturaleza incompleta, así como por la generación de materiales y situaciones de distinta índole que expanden su proceso artístico. En su obra conviven los materiales documentales resultantes de los procesos de investigación con un corpus de imágenes y formas escultóricas que, con una apariencia velada o inaccesible, establecen una correlación entre su cualidad abstracta y la materialidad narrativa de los documentos. Los recuerdos materiales y huellas de estas propuestas sugieren diferentes conexiones entre tiempos pasados y presentes, que son constantes a lo largo de la muestra.

Con el objetivo de generar nuevas lecturas en torno a la práctica y trayectoria de Aranberri, la exposición se articula de manera asincrónica mediante afinidades y relaciones internas entre trabajos que el artista considera casi siempre en proceso. Se muestran obras iniciales que dialogan con otras más actuales y con las salas del Museo, adquiriendo así una dimensión específica y reforzando su relación con el espacio expositivo.

Esta muestra ha sido organizada por el Reina Sofía y el Museo de Arte Contemporáneo del País Vasco-Artium Museoa (Vitoria), donde podrá verse tras su paso por Madrid, y cuenta con la colaboración de la Comunidad de Madrid.

Entrecruzamientos

 

La colocación de las obras es clave en el significado de esta exposición, que es un trabajo de reformulación, de revisión, de reasignación que toma forma en relación con el espacio que ocupa y con los proyectos que le rodean. De una forma no cronológica, sino de cercanías, sincronías y relaciones tangenciales. Precisamente, el título Vista parcial surge porque «nada adquiere por sí mismo su dimensión original, la narrativa se construye en los entrecruzamientos, no en la centralidad. Es una forma también de evadirse del canon de una retrospectiva que mira hacia atrás», asegura el artista.